post_type:texto_central
Array ( [0] => 96502 [1] => 96503 [2] => 96504 [3] => 96505 [4] => 96506 [5] => 96507 [6] => 96508 [7] => 96509 [8] => 96510 [9] => 96511 [10] => 96512 [11] => 96513 [12] => 96514 [13] => 96515 [14] => 96516 ) 1
size_articulos_ids: 15
Current ID: 96502
Current pos: 0
Articulo anterior: Retrato de grupo con perrito
Articulo siguiente: Seydou Keïta
prevID: 96501
nextID: 96503
anterior

Grupos: retazos de una historia de todos

siguiente
Fotografía de Edgar Martins
Edgar Martins. Siloquies and Soliloquies on Death. Life and Other Interludes - Family, 2016. Courtesy of the artist and Galería Pilar Serra.

El capítulo más importante de la historia de la representación humana es sin duda el del retrato, entendiéndolo como la interpretación de una persona por otra que la ha contemplado, estudiado y analizado y finalmente ha construido una imagen en un espacio bidimensional a través de las diferentes técnicas artísticas. Dentro del retrato, el subgénero, o género propiamente dicho, del retrato en grupo tiene una larguísima historia y diferentes hitos en la representación occidental que son los que van a marcar la pauta de la mirada a un grupo y su reflejo en un solo espacio de representación. Retratos que van desde simples yuxtaposiciones de rostros o cuerpos a escenas complejas en las que cada uno de los retratados juega un papel determinante.

Un género, el del retrato en grupo, que en la historia de la pintura ha sido una constante

En este corto artículo pretendo repasar de una manera muy dispersa, y poniendo el foco en el contexto español, algunas de las tipologías sobre la representación de grupos que la fotografía vino a desarrollar desde su irrupción. Pero antes propongo realizar un recorrido mental por diferentes hitos del arte occidental y a partir de ahí analizar lo que la irrupción de la fotografía pudo aportar. Así, aunque hay muchos precedentes, incluso desde las propias pinturas neolíticas en las que ya aparecen agrupadas muchas personas configurando una escena, demos un paso inmenso hasta la idea actual de lo que hoy entendemos como retrato grupal; situémonos en las pinturas góticas en las que los donantes querían aparecer mezclados con los protagonistas de los pasajes religiosos o miremos obras como El Descendimiento (1435) de Roger Van der Weyden donde los retratos ya empiezan a ser una sucesión de personas con unas características psicológicas propias, aunque teatralizadas, y que ya apuntan a una humanización de los representados en el futuro. Repasemos las diversas representaciones de La Última Cena (1498) como la de Leonardo da Vinci y varias otras obras religiosas o mitológicas de Botticelli, Piero della Francesca, Masaccio y, sobre todo, Filippo Lippi. Contemplemos la Escuela de Atenas de Rafael (1516) en las estancias del Vaticano y encontremos ya un ejemplo máximo de retrato en grupo componiendo una escena. Después vendrá Caravaggio y pondrá piel humana a todos los personajes de las escenas que represente. Pero debemos ir al norte y situarnos en la definitiva asunción al poder de la burguesía que tiene lugar en los Países Bajos y su entorno y detenernos en un autor como Frans Hals, sin duda el primer gran pintor de este género capaz de representar a diferentes familias, sociedades o agrupaciones burguesas en un mismo espacio formando un todo.…

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete