post_type:texto_central
Array ( [0] => 98761 [1] => 98762 [2] => 98763 [3] => 98764 [4] => 98765 [5] => 98766 [6] => 98767 [7] => 98768 [8] => 98769 [9] => 98770 ) 1
size_articulos_ids: 10
Current ID: 98768
Current pos: 7
Articulo anterior: Curar el museo para preservar la “discapacidad”
Articulo siguiente: Ángela de la Cruz. Si no te mata, te hace más fuerte
prevID: 98767
nextID: 98769
anterior

Exploración y conquista de mi cuerpo “discapacitado” por medio de un palabricolage de largo aliento

siguiente
Ángela de la Cruz. Clutter (With Wardrobe), 2004. Foto: cortesía de Ángela de la Cruz Studio

Yo tenía un amigo escritor español emigrado y él me dijo una vez que todo lo que no era autobiografía era un plagio.

Gustavo Sainz en una entrevista para Ciudad Cultura en YouTube.

Prólogo A

El juego del palabricolage consiste en tomar versos de poemas o canciones, extraer líneas o párrafos completos de cuentos, ensayos o novelas, luego se pueden o no parafrasear o reacomodar, para ensamblar un texto. Crear algo nuevo con toda esa trocería. También se le puede llamar o emparentar con prácticas como la reescritura, el montaje de citas, el cut up, el sampleo verbal o el apropiacionismo.

La primera vez que escuché el término palabricolage, fue gracias a mi maestra de cuento Ruth Castro, por allá del 2011 en una ciudad normexicana. Es decir, al norte de México, allá en Torreón, Coahuila. Allí aprendí que se refería a un collage, pero en vez de recortar imágenes, era con palabras.

Durante el 2011, hice el ejercicio en repetidas ocasiones para colaborar en un bonito proyecto fanzinero, llamado Palabracadabra. Tan cómodo me sentí en la práctica, que realicé varios textos. Por ejemplo, extraje párrafos de la novela El fondo del cielo, de Rodrigo Fresán, y agregándole información general del autor, compuse un texto llamado “Oración suicida (rescatada de los escombros de una iglesia a finales del s. XXI)”. Realicé un texto sobre Miguel de Unamuno. Otro con párrafos de Heinrich Böll en su novela Opiniones de un payaso, mezclados con versos de dos famosas canciones: una de Javier Solís y otra de José José. En otro, desarrollé un diálogo en forma de chat entre varios filólogos y lingüistas: Antonio de Nebrija, Raúl Ávila, Alfonso X El Sabio y Andrés Bello. Fue divertido.

Con el paso del tiempo, y sobre todo de las lecturas, fui recabando un montón de subrayados en los libros leídos. Frases o párrafos que, por una o varias razones, me resultaban familiares. O que, al modificarles algunas palabras, sentía como mías. Comencé a parafrasear, a diestra y siniestra, todo lo que leía.

Los textos sobre discapacidad suelen desarrollarse desde las páginas de la teoría médica o se vinculan fácilmente con los libros de superación personal. Nulas o muy pocas veces con un tono literario

Después, como era de esperarse, los parafraseos saltaron de la literatura a la música. Algún verso, al cambiar el nombre de la ciudad o por otro verbo más cercano a mi realidad, ganaban una peculiar fuerza.…

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete