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Entrevista con Regina Velilla

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Tercera entrega: Un solo cuerpo

Resumen de lo publicado: La cineasta Regina Velilla (Granada, 1945), autora de películas como Los nuevos amigos o La mujer sin dolor, explica sus años de feliz aprendizaje, su derrumbamiento durante el rodaje en Londres de La princesa Casamassima (1972, inacabada y perdida), la vida en la casa familiar y la preparación de una nueva película “con pedazos pegados que voy encontrando en Internet”.

¿Influyó el infarto cerebral de su padre en que usted se quedara aquí y no volviera jamás a Londres? Cuando mi padre sufrió el ictus y entró la enfermedad en mi casa, entendí lo que había pasado en el rodaje de La princesa Casamassima. Yo había visto, no sé cómo decírselo, un peligro, un peligro mortal, eso es, y ese peligro no estaba escondido en ningún bosque: estaba en la cama de la moribunda en la cárcel. El niño también lo veía y sentía miedo a lo que aquella presa, aquella mujer, su madre, tenía dentro: su carne, su sangre.

¿El ataque afectó mucho a su padre? Mi padre murió casi de repente. Las secuelas las sufrió mi madre.

¿Su madre? Es lo que vi en Londres: el futuro de mi madre, la cama de mi madre, mi madre en la cama, muriéndose.

¿El futuro se ve? Es como el pasado: está fuera de mi alcance, ¿no? No lo podemos cambiar. Igual que le damos vueltas a lo que hicimos o no hicimos hace diez años, podemos darle vueltas a lo que pensamos hacer dentro de diez minutos, pero siempre pasará lo que tenga que pasar, no lo que precisamente hayamos decidido. Yo decidí irme de aquí hace cuarenta años.

Es usted fatalista. Somos fatalistas cuando pensamos en el pasado: el pasado no lo podemos evitar. ¿Puedo evitar que se me eche encima el futuro? ¿Por qué iba a pensar de manera distinta sobre el pasado o sobre el futuro?

Hace dos días me dijo que las secuencias que rodó en Londres eran de miedo. ¿De miedo? Hay una confusión, yo no he hecho nunca películas de miedo. He hecho películas con lo que veo.

¿Con lo que ve? Si, con lo que usted vería si mirara bien.

¿Qué tengo que ver? Estoy desapareciendo, ¿no? ¿Y usted? A distinta velocidad que yo, pero también desaparece, lo veo. Para eso volví de Londres antes de la guerra, para esta guerra.

¿Qué guerra?

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