En cierta ocasión presencié en un tren en Irlanda algo que desde entonces me ha obsesionado e instruido a la vez. Al otro lado del pasillo había un clan familiar de seis miembros que iban sentados en sus asientos mirando fijamente a ambos lados del tren. Los niños iban nombrando a voz en grito los objetos que pasaban: ¡árbol!, ¡casa!, ¡puente!, ¡cruz! Los mayores leían letreros, cualquier palabra escrita que hubiera en el paisaje; ellos, también, a voz en grito: ¡Drougheda 28 kilómetros! ¡Guiness te sienta bien! ¡Smithsen Cartage! ¡Hay que colgar a Ian Sharp! Era imposible no hacerles caso. Me vi obligado a oír la narración que hacían del paisaje desde dos puntos de vista diferentes. Fue una experiencia singular.
Se trataba, al fin y al cabo, de Irlanda, donde la palabra hablada lo domina prácticamente todo, así que tal vez no hubiera nada de lo que maravillarse. Quizá la familia simplemente se estuviera poniendo a punto para la siguiente conversación normal. Sin embargo, en aquel momento me recordó los demenciales problemas para estudiantes de filosofía que incluyen preguntas sobre cómo la mente capta y traduce el mundo cuando está delante de nosotros y lo reproduce cuando no lo está, es decir, cuando se almacena en la memoria y en el lenguaje. Los niños gritaban, y los árboles, los puentes y las cruces iban desapareciendo en el interior de la mente. Los padres gritaban las palabras escritas y éstas se iban convirtiendo en imágenes mentales que relampagueaban fugazmente en el paisaje cambiante. Este ir y venir de una parte a otra de la mente hizo posible que se abriera un vacío, un lugar donde no existen ni los objetos ni las palabras. ¿Es ese vacío lo que necesitamos llenar de significado? ¿O es en ese vacío donde la experiencia puede existir sin significado?
El recuerdo de estas preguntas (y de aquel viaje tan loco) me vino en los años 80 y 90 mientras preparaba tres exposiciones en Vancouver, BC, Canadá, Seattle, Washington y Tempe, Arizona. Se titulaban Eye of the Mind / Mind of the Eye, Illuminated Manuscript y Mixed Signals respectivamente, y todas ellas tenían que ver con artistas contemporáneos que usan diversos tipos de combinaciones de fotografía y texto.…
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