Colgada de la pared de mi despacho hay una fotografía sacada por Jill Posener. En ella se ve a un grupo de personas en una manifestación, sosteniendo pancartas en las que se lee: “London Lesbian and Gay Centre”, “Wages Due Lesbians” (Lesbianas con salarios a deber) y “SM Dykes”. Aunque ese dykes (“bolleras”) sale recortado, lo reconozco por mi familiaridad con una comunidad que es también mi línea de investigación. La fotografía fue tomada en una marcha de lesbianas en Londres en el verano de 1984. Cuando se la enseño a una amiga, la poeta Nat Raha, esta señala el coche que les va a la zaga y la carretera desierta tras él. “Van al final del todo”, comenta. Nos reímos, cómplices de la broma implícita acerca del lugar de las lesbianas marxistas y las bolleras prosexo en la historia queer y feminista.
Estoy reuniendo materiales que he ido recabando a lo largo de los últimos diez años. De ellos, de estas imágenes y escritos, grabaciones y anécdotas, revistas, webs y mis propias notas, emergen historias en torno a la fotografía y lo queer. Estoy intentando captar algo del trabajo al que nos dedicamos algunas personas, un trabajo que preserva las historias y los legados de la fotografía queer y que, en mi caso, tal vez comenzara en 2014, cuando me encargaron escribir un artículo sobre el tema para Source Magazine. O tal vez en 2004, cuando, tras toparme con The Drag King Book (1999) de Del LaGrace Volcano en la biblioteca de mi universidad, hice una serie de fotos a una mujer a la que quería vestida con una camisa de hombre a rayas y tirantes y con el pelo engominado hacia atrás. Mi trabajo con archivos de fotografía queer, centrado en una red de fotógrafes asociades a la revista lésbica On Our Backs, publicada en San Francisco desde 1984 hasta 2006, ha sido una tarea placentera y, al mismo tiempo, una dura labor en ocasiones emocional y frustrante. Esta labor —la de estes fotógrafes, mi investigación y las de otres— a menudo se ve devaluada por representar una historia demasiado queer, demasiado feminizada y demasiado pobre de la práctica fotográfica, por mucho que en estos momentos algunes artistas queer disfruten de cierta visibilidad.
Con este ensayo busco argumentar que este trabajo puede plantearse como una especie de trabajo queer.
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