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El placer de la ruina

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Chris Jordan. Remains of a Home with Canal and Levy, Chalmette Neighborhood, 2005. Serie: In Katrina’s Wake. Courtesy of the artist

Cuando Mies van de Rohe recorrió una Europa en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial, quedó profundamente perturbado. En el paisaje desolado de su Alemania natal encontró interminables ruinas de edificios, con sólo las chimeneas de piedra erguidas como único vestigio de lo que fue un hogar. Fue esta terrible visión, profundamente calada por el arquitecto, la que pocos años después transformaría en su seña de identidad: la reducción de un edificio a un esqueleto de cristal y hierro. Tanto la Farnsworth House de Connecticut como el Seagram Building de Nueva York son en realidad ruinas estilizadas de aquellas estructuras destruidas en Europa.

Esta acción estetizadora de van de Rohe suscita inquietantes preguntas: ¿Cómo es posible que el motivo artístico de la ruina, aterrador testimonio del poder arrollador del tiempo o de la capacidad destructora del ser humano, nos produzca placer en su contemplación? ¿Qué perversa satisfacción nos invita a embellecer el horror que hay detrás de toda ruina? La contestación a estas preguntas reside en los seiscientos años del uso artístico de la ruina que nos anteceden, siglos en los que este motivo ha respondido a distintas demandas sociales y políticas.

La ruina es una categoría simbólica que nace con el Renacimiento, y se desarrolla sobre todo en la pintura y la poesía, pero también en las artes escénicas y el paisajismo. Lo que anteriormente era percibido como meros restos sin el menor interés, en el Quattrocento repentinamente adquieren un valor simbólico fundamental. Este cambio es debido a una transformación en la percepción del tiempo. El hombre del renacimiento era consciente de que estaba viviendo una era esplendorosa, y esto le incitó a compararse con otras épocas, sobre todo Roma y Atenas. El pintor renacentista comienza a introducir ruinas clásicas en sus obras para crear una asociación entre su presente y un pasado glorioso.

La aparición de la ruina como motivo artístico coincide con el asentamiento de la perspectiva cónica renacentista. La geometría rectilínea de la arquitectura clásica lo hacía un motivo especialmente adecuado para los ejes y fugas de este nuevo código de representación. Al reventar la superficie pictórica con una sensación de profundidad, no sólo se estaba construyendo una nueva noción espacial, sino también temporal.…

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