Resulta sintomático y hasta inevitable que todo intento de discusión sobre la función de la crítica en la actualidad termine en un debate sobre las redes sociales. Bien aderezado con una cita de Walter Benjamin, el contexto para la discusión está servido. La pregunta extemporánea sobre qué hubiera dicho, escrito, Benjamin sobre las redes sociales planea entonces como interrogante: si hubiera sido bloguero o tuitero de vivir en nuestra época, etc. Especulaciones inútiles. Es cierto que tanto Benjamin como Bertolt Brecht buscaron en la tecnología avanzada de la comunicación —por ejemplo en la radiotransmisión— nuevos medios para la configuración de un pensamiento crítico emancipador; lugares donde extender la producción más allá de los corsés impuestos por los apparatuses [“aparatos”]. Para Brecht el concepto de “aparato” era central en la distribución en cualquier proceso comunicativo. Usaba el término como una categoría amplia para incluir cada aspecto de los medios de producción de la cultura, desde el equipo técnico a las agencias de promoción y también a la clase que está en posesión de esos medios de producción. En cierta manera, el “aparato” es la mediación técnica de la sensibilidad que constituye un modo de percepción y de temporalidad en una época concreta.
Hoy en día ese “aparato” son las redes sociales, Google y la inmediatez de la tecnología digital cuya hegemonía está fuera de toda duda. Para Benjamin y Brecht había que transformar la radio, su funcionamiento, convertirla en un verdadero medio de difusión y comunicación. Brecht rechazaba discutir criterios formales separados del contexto. En el debate forma/contenido que floreció en los años veinte —expresionismo versus realismo por ejemplo—, y que se desarrolló en los treinta, Brecht abogó por que las innovaciones formales producen de por sí nuevo contenido o, sino, lo inseparable de las dos en el concepto de función. Pero al mismo tiempo que la tecnología de la radio y el cine eran una oportunidad, resultaba fundamental para ellos una crítica de la reproducción mecánica y la pérdida de experiencia que ella acarreaba —tal y como fuera planteado por Benjamin en “La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica”—. Por su parte, Marx vio en la innovación industrial y técnica del capitalismo la mayor de las revoluciones a la vez que vislumbraba su auto-destrucción. Este sopesar en un mismo golpe lo bueno y lo malo de una invención técnica, sus ganancias y trampas, es un rasgo dialéctico.…
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