Reflexiones sobre la fotografía en 2012
Hace tres años escribí un texto para el catálogo de una exposición titulada Les autres oeuvres, un proyecto de Miguel Ángel Molina1Las otras obras, la pintura y sus imágenes, Les éditions du provisoire, Montreuil, 2010. Y en http://xn--shaga-gta.net/spip.php?rubrique8 en la plataforma shagaï.net en el que trataba de poner en relación ciertas diferencias entre fotografía y pintura que como prácticas creadoras de imagen me habían acompañado desde que empecé a trabajar a mediados de los años ochenta. Dicho texto me costó un considerable esfuerzo, en gran parte por ser la primera vez en la que trataba de expresar la enorme importancia que la fotografía tenía en toda mi experiencia artística: como aprendizaje del ver, de la mirada, así como en la constitución de una actitud artística que pretendía pintar en un mundo totalmente modificado por su presencia. Empezaba constatando que l’Autre de la pintura era la fotografía, un poco de la misma manera que l’Autre de la escultura seria el cine, la imagen en movimiento. Como si la relación entre materia e imagen se asemejase a aquella que articula la del espacio y tiempo, cada uno forzando al otro en una tensión elástica, en una dimensión distinta. Traté de hacer hincapié también en la complejidad de la relación que entretiene con la representación, con los objetos, así como con el tiempo. No tanto el tiempo al que remite como acto o inscripción, como en la teoría de la fotografía en la que se contempla como traza de un evento físico, de un instante vivido, sino en el tiempo necesario para su percepción, en la lentitud indispensable para circular entre los compuestos y múltiples niveles de sentido de una fotografía, un tiempo específico y dilatado.
Quería o buscaba en ese momento poner de relieve esas diferencias entre dos prácticas productoras de lo visible, de imágenes, una mecánica, o supuestamente presentada como tal, un dispositivo que capta la luz y la fija en imágenes y otra fabricada, construida manualmente, a base de capas sucesivas de un material, la pintura, cercano a nuestro universo humano de fluidos corporales. En realidad trataba de entender más bien, en un reflejo a la Walter Benjamin, cómo ese paradigma de la fotografía modificaba nuestra percepción, nuestra concepción de las imágenes, y, por extensión, cómo abordar en ese contexto la construcción de su visibilidad, de su circulación. Salir así del impasse de tener que definir la fotografía o la pintura como categorías en las que clasificar determinados objetos para más bien contemplarlas como algo cercano a la noción de dispositivo de Foucault2“J’appelle dispositif tout ce qui a, d’une maniére ou d’une autre, la capacité de capturer, d’orienter, de déterminer, d’intercepter, de modeler, de contrôler et d’assurer les gestes, les conduites, les opinions et les discours des êtres vivants”, Michel Foucault, Dit et
écrits, Gallimard, París, 1977.…
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