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Conversación entre Gabriele Basilico y Francesco Jodice

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Fotografía de Gabriele Basilisco
Gabriele Basilisco. Estambul, 2005. Courtesy of the artist

Francesco Jodice: Si estás de acuerdo partiría de una de las condiciones de proximidad entre nuestras investigaciones, esto es, la fotografía como espacio de la visión y revisión de los contextos en los que vivimos y que nos condicionan. Me viene a la mente una frase de Pablo de Tarso, es decir, de San Pablo: “El mundo, tal y como lo vemos, está por desaparecer”. Bien, siempre me ha llamado la atención el inciso “tal y como lo vemos”. Da la impresión de que Pablo de Tarso no cree en el fin del mundo sino en la desaparición y disminución de lo visible, como si dijera que no es la realidad lo que desaparece sino nuestra capacidad para verla, recordarla, tal vez por un exceso de cosas visibles, como si fuesen demasiadas imágenes, demasiadas oportunidades para la mirada. Una pregunta que siempre me he planteado y que ahora te hago también a ti es: ¿qué hacemos hoy con las fotografías, no sólo con la fotografía culta y consciente a la que creemos pertenecer, sino con todas las fotografías en general? ¿Existe, en tu opinión, un problema de “orden” de lo visible? Italo Calvino solía decir: “nunca se llega a tener en orden el almacén de los materiales humanos…”

Gabriele Basilico: Querido Francesco, gracias por haber puesto en el centro, como inicio de nuestra conversación, el tema de la hipervisibilidad de lo real, que no tiene que ver, obviamente, sólo con la fotografía sino también con el arte, la comunicación global. La sociedad del espectáculo, líquida o compacta, como se quiera llamar, está tan llena de imágenes como para haber engañado nuestras facultades perceptivas, confundiendo lo real y lo virtual. Con mayor razón, por tanto, creo que es necesario continuar intentando poner orden en el caos, pensar en una recomposición posible del espacio que habitamos y que nos habita. Soy de la escuela que sostiene que todo aquello que es visible y fotografiable –y no sólo eso, sino también lo imaginario, lo mental, lo visionario– aunque pertenece a un espacio autónomo, participa al final del proceso visual que observa la realidad. Soy además consciente de los riesgos y de la unilateralidad de esta orientación, que no nos hace inmunes a una contaminación perceptiva y comunicativa de las imágenes del mundo. Para no dejarnos arrollar por el tsunami de la hiperproducción de imágenes creo, sin retórica, que debemos defender algunos valores con un compromiso ético, tal vez el único camino que nos puede ayudar a reconstruir un posible sentido de lo real sea adoptar una postura “resistente”.…

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