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Conflicto de interés

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Adela Goldbard. De la serie Building the Unlikely, 2008. Cortesía de la artista.

1.

A principios de noviembre pasado se organizó en Oventik, uno de los centros llamados Caracoles donde se coordinan los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas en Chiapas, el primer festival de cine que reunió entre hombres, mujeres y niños a más de dos mil indígenas. Dentro de las presentaciones del festival “Puy Ta Cuxlejaltic” (“Caracol de Nuestra Vida”, en tzotzil), que incluyó una amplia selección de cine documental y de ficción sobre distintos temas pensados para los pueblos originarios zapatistas, se presentó la película Roma de Alfonso Cuarón, que recientemente había obtenido el premio principal en el Festival de Cine de Venecia. La película es una producción de la empresa estadounidense de streaming de contenido multimedia Netflix, que se ha convertido en el nuevo estándar comercial de pago por demanda en internet, cuyo modelo de negocio tiende a desplazar la oferta de cine de distribuidores más pequeños. La posibilidad de una mayor difusión de obras a través de plataformas tecnológicas es algo que compite en la actualidad con la exhibición en salas, pero los efectos de la centralización de empresas como YouTube o Netflix advierten la posibilidad de monopolios que controlen no sólo la demanda sino también los contenidos y el alcance público gracias a su poder económico en ascenso.

De manera natural dentro de la economía neoliberal, una película como Roma que en su mensaje atiende a problemas sociales de clase, a la condición de la mujer y al entorno de la violencia de Estado en México en los años setenta, se convierte en un producto que tiene como consecuencia el desequilibrio en favor de los grandes capitales que la impulsan según sus intereses y gusto. Habría que mencionar en tanto la exhibición de cine producido en México que evidentemente no cuenta con una infraestructura de negocio como los blockbusters de Hollywood, de la cual es parte Cuarón, se encuentra actualmente en riesgo debido a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en el que se ha establecido sólo un 10% del tiempo de proyección en las cadenas de Cinepolis y Cinemark, como reserva para la protección local de la industria audiovisual y cinematográfica; a esto se debe sumar el reducido tiempo de exhibición de algunas realizaciones, por considerarse poco atractivas para el mercado aunque fueron premiadas en festivales a nivel nacional e internacional, como el documental La libertad del diablo de Everardo González, que muestra con crudeza las consecuencias de personas vinculadas al narcotráfico.…

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