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Ciudades de cuerpos ausentes

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Pablo López Luz. De la serie Frontera, 2014 - 2015. Cortesía del artista

Este texto hace parte de un proyecto sobre urbanismos construidos con remesas, formas de hacer ciudad que se financian con las pequeñas cantidades de dinero que los trabajadores transnacionales envían periódicamente a sus seres queridos en sus países de origen. Está focalizado en la diáspora proveniente de la región cafetera de Risaralda (Colombia), establecida en áreas del mundo como España y Estados Unidos. En este abordaremos dos temas. El primero es el papel que desempeñan los urbanismos de remesas y la vivienda en la actual crisis global de los cuidados. El segundo es su papel en el desarrollo de nuevas formas de desposesión a través de operaciones inmobiliarias, deuda e hipotecas transnacionales.

Los urbanismos de remesas constituyen formas de construir ciudad, movilizadas en gran medida por los trabajos deslocalizados

Debido a los flujos migratorios globales, los envíos de dinero de las remesas alcanzan hoy en día casi los 600.000 millones de dólares anuales en el mundo. Esta suma supera en cuatro veces y media la asistencia oficial al desarrollo proveniente de los países ricos. Es decir, el trabajo de los migrantes, incluso siendo mayoritariamente frágil y precario, se ha convertido a través de las remesas en un apoyo económico externo fundamental para los países del sur. En gran medida, las remesas recibidas son usadas por las familias para cubrir gastos de supervivencia y en labores reproductivas como alimentación, salud y educación. Pero, además de ello, también se emplean en la construcción de viviendas y barrios para las familias transnacionales (aquellas conformadas por los migrantes y sus familiares en sus países de origen).

Además de aportar dinero para la manutención de los seres queridos y la compra de vivienda, las remesas implican la ausencia de los cuerpos de los emigrados en sus países de origen. Estas ausencias, que muchas veces traen consigo diferentes formas de emancipación (por ejemplo, cuando se migra para conseguir una vida mejor), conllevan con frecuencia enormes desafíos y carencias en la esfera de los cuidados. Es el caso de los hogares de Risaralda que quedan a cargo de una sola persona, habitualmente una mujer. Los cuidados suelen requerir no solo dinero de remesas, conversaciones telefónicas y mensajes de afecto, sino también de la presencia física. En este texto nos detendremos especialmente en la relación que se establece entre dichas ausencias y otras realidades sociales materiales e inmateriales en el entorno urbano y en particular, la arquitectura de la vivienda.

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