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Entrevista a Luis Pérez-Oramas

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Alfredo Jaar. Vista de la instalación Lament of the Images (El lamento de las imágenes), 2002. Documenta 11, Kassel, Alemania. Cortesía del artista

“Cada isla cree que es única”

JOSÉ: Si bien puede ser una entelequia, el concepto mismo de América Latina, según veo, aún está operativo y puede ayudar a describir algo que, de otra manera, estaría oscurecido. Ahora bien, como todo concepto este tendría una serie de principios constitutivos o asociados al mismo que lo hacen operativo —si pensamos en América Latina, estos serían aquellas características específicas que la región tenía, como el mestizaje o la democracia racial como ideología nacional, lo barroco como patrón cultural, la dependencia como marco económico y el catolicismo como religión—. Todas estas recurrencias (y otras más) pareciera, sin embargo, que ahora se comienzan a desdibujar o perder, sobre todo con la llegada de una serie de conceptos provenientes de los Estados Unidos, y que quizá pueden funcionar en aquel país, pero que me parece que no calzan con la región. El caso más ejemplar, a mi manera de ver, es la hegemonía actual del “multiculturalismo” como categoría para describir los procesos culturales y raciales de la región. ¿Qué se estaría perdiendo en la región?

LUIS: Recuerdo que hacia 1997 me invitaron a escribir un ensayo para uno de esos suplementos ancilares de las Documentas de Kassel en el que empiezo hablando sobre América Latina y planteo que si bien, a lo mejor, se trata como concepto de una ficción teórica —y que ciertamente es una noción que funciona siempre (desde) afuera, como lo es cualquier utopía— uno necesita construir esas ficciones teóricas para poder entender mejor el mundo confuso donde se está. Por ello, más allá de ponernos a pensar (o a pelear) con un fantasma (pues es lo que es, en el fondo una pelea de sombras, una discusión sofística) sobre si existe o no América Latina: lo que debería quedar claro es que la discusión nos ofrece una oportunidad para señalar un par de cosas. Partimos, pues, de que existe algo —¿un territorio cultural? — que podemos señalar con ese nombre: América Latina, y que generalmente señalamos ese algo desde fuera, es decir, que solemos recurrir a ese nombre, como a un deíctico, desde afuera.

Por ello, yo creo que tu pregunta tiene que ver con las posibilidades, con el patrimonio nominal que podemos recibir a partir de nuestro lenguaje en el sentido restricto del castellano —nuestra lengua— hasta un sentido mucho más amplio del concepto general de lenguaje. Y es que nosotros, por ejemplo, tenemos una palabra para decirnos (en) el mestizaje, mientras que una sociedad como la norteamericana no la tiene, acaso la importa, pero no la tiene.…

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