post_type:texto_central
Array ( [0] => 91440 [1] => 91441 [2] => 91442 [3] => 91443 [4] => 91444 ) 1
size_articulos_ids: 5
Current ID: 91440
Current pos: 0
Articulo anterior: El ojo que corta como un cuchillo
Articulo siguiente: John Stezaker
prevID: 91439
nextID: 91441
anterior

Al filo de la creación

siguiente

Nicolás de Lekuona. Sin título, 1934. Courtesy of the IVAM, Institut Valencià d’Art Modern.

Gran parte de lo que entendemos por collage nos habla del caos y la abundancia que existen en el mundo; incluso de la incoherencia, el azar y el dolor que lo dominan. El collage puede elaborar contradicciones y revelarlas. El asalto al que somete a contornos y líneas divisorias es capaz de deshacer identidades y de forjar otras nuevas. Cuando los dadaístas aplicaron las tijeras al material fotográfico durante la Primera Guerra Mundial, sabemos cuánto disfrutaron con el frisson, o escalofrío; con el absurdo que creaba y suponía reemplazar partes del cuerpo humano con maquinaria (Hausmann), o manipular maliciosamente la escala relativa de personas y cosas (Höch). Los surrealistas que los siguieron se convirtieron en expertos en someter al filo de un instrumento cortante material relativamente inocuo; y, mediante unas pocas y hábiles sustituciones, crearon escenas de fantasía que la imaginación de un pintor ordinario habría sido incapaz de concebir. Y, sin embargo, el collage surrealista sigue siendo impresionante dentro de su simplicidad – como si el corte, la destrucción y la sorpresa fueran ahora instrumentos de una única tarea subversiva, pues no es otra cosa es el compromiso de André Breton de tomar objetos normalmente separados temporal y físicamente y colocarlos frente a frente de “forma brusca y extraña”.

Illustration
Raoul Hausmann. ABCD, 1923-24. Courtesy of the Centre Pompidou – Musée National d’art moderne, Paris.
Illustration
Grete Stern. Sueño nº 1: Sirena de Mar, Buenos Aires, ca. 1950. Courtesy of the IVAM, Institut Valencià d’Art Modern.

Lo que también resulta curioso de los métodos dadaísta y surrealista es que el corte realizado con tijeras o navaja se ajuste generalmente a un perfil, supeditándose a los límites de un objeto. El surrealismo es un método pictórico que gusta de mantener la apariencia de lo que podría haber estado o todavía podría estar en el universo de las cosas. ¿Qué ocurre, entonces, con el corte en línea recta que no respeta los límites de una cosa, sino que avanza con indiferencia hacia los objetos, sin mostrar la menor consideración hacia lo que existe, aproximándose de esta manera a la falta de objetividad, que es lo mismo que decir a la abstracción? ¿Por qué Braque, Picasso y Schwitters –por no mencionar más que a tres– son todos ellos partidarios del borde definido, incisivo y recto que divide el material sin ajustarse a los perfiles ni a los contornos de una cosa? Se nos ocurren varias posibles explicaciones.…

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete