post_type:texto_central
Array ( [0] => 81291 [1] => 81292 [2] => 81293 [3] => 81294 [4] => 81295 [5] => 81296 [6] => 81297 ) 1
size_articulos_ids: 7
Current ID: 81291
Current pos: 0
Articulo anterior: El enigma de la abstracción
Articulo siguiente: Adam Fuss
prevID: 81290
nextID: 81292
anterior

Abstrayendo pensamientos de la abstracción

siguiente
Sean Scully. Art Horizon #4 2001 Fotografía color 98 x 127 cm Cortesía Galería Estiarte, Madrid

Los navegantes que surcaban el Mediterráneo en la Edad Media desarrollaron un idioma políglota conocido como la lingua franca. Es posible que para otros su intercambio fuera incomprensible, pero ellos se entendían. Así sucede con la abstracción en las artes visuales. La abstracción se convirtió en un lenguaje viable en el siglo XX para los que se preocupaban por ello. Rubén Darío pensaba que el modernismo era una torre de Babel en la cual todos se entendían. Pero sólo los artistas se preocupaban realmente por el modernismo, y sólo los artistas buscaban definir a través de sus obras la naturaleza de la abstracción. Hablar de forma abstracta acerca de la abstracción es como hablar sobre el tiempo: pura temporización. La mayoría de los artistas que yo he conocido simplemente suponen que la abstracción significa abstraer de.

La genealogía de la abstracción se remonta a la antigüedad, desde luego, pero fue durante el siglo XIX cuando los artistas visuales iniciaron sus propias indagaciones haciendo uso de la dicción de la época. Fue Delacroix quien enseñó a Baudelaire a alejarse del cuadro para poder percibir su musicalidad al margen del tema tratado. Baudelaire entendía que esta musicalidad era una suerte de abstracción, y casi, aunque no del todo, lo dijo. Hablaba de jeroglíficos, y, en un comentario posterior, declararía que la forma era otra cosa aparte: La forma no está hecha de moléculas. Según avanzaba el siglo, el maestro de Matisse, Gustave Moreau, después de haber observado las alusiones de Delacroix y Baudelaire sobre lo arabesco -es decir, la naturaleza abstracta de un cuadro verdadero-, escribió en su diario:

El arte está muerto cuando, en la composición, la combinación razonable de inteligencia y sentido común sustituyen en el artista la concepción imaginativa más bien puramente plástica -o sea, el Amor al Arabesco.

Poco después, Gauguin sentenciaría rotundamente: El arte es una abstracción.

En las mentes de muchos de los pintores de los inicios de la modernidad existía algún grado de abstracción. Matisse pensaba que estaba abstrayendo la esencia misma de lo que veía, y no había olvidado la lección de Moreau. En sus Notas de un Pintor, de 1908, se hace eco de las reflexiones de Delacroix y de Moreau cuando dice: Una obra de arte debe llevar consigo su significado completo e imponerlo al espectador incluso antes de que éste pueda identificar el tema tratado.…

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete