Matías y su león / Matias and his Lion
Mastines y cucarachas / Mastiffs and Cockroaches
Teodoro y su pantera negra / Teodoro and his Black Panther
Andrés y sus focas / Andrés and his Seals
Markus y su elefante / Markus and his Elephant
A propósito de pavos reales / On the subject of Peacocks
Ramón y el canto del gallo / Ramon and the Rooster’s Crow
El hombre mono / The Monkey Man
El hombre arenque / The Herring Man
La gallina contestataria / The Uppity Hen
Matías y su león
AUGUSTO, EL PAYASO, está sentado sobre un fardo, en la trastienda del circo. Aparece Matías, el domador de leones, con una casaca roja y un gran bigote de guías enhiestas. Su expresión es la de quienes andan siempre perdonando la vida al prójimo. Se sienta frente al payaso y le pregunta si ha visto pasar a Fido, el león.
–Sí -responde Augusto- pasó por aquí hace cosa de diez minutos. Salió llorando por aquella puerta.
Matías quiere saber si Fido iba solo. Habla del león como algunos enamorados hablan de una dulce muchacha en edad de merecer. Augusto responde que, en efecto, el león estaba solo y que daba la impresión de no sentirse feliz, como si no le importase un pito haber recuperado la libertad.
Matías no parece preocupado. Mueve la cabeza con aire resignado. Dice que es la tercera vez que Fido se fuga en lo que va de mes y que seguramente será también la tercera vez que regrese con el rabo entre las piernas.
–Lo que no entiendo -añade- es por qué regresa a la jaula después de que ha conseguido escaparse.
Augusto dice que algunas veces la libertad no sirve de nada, o sirve de muy poco, cuando hemos perdido todos los dientes, como seguramente es el caso del viejo Fido. Luego pregunta quién le abrió la puerta de la jaula.
–Fue Wifredo, el enano -responde Matías. No es la primer vez que lo hace.
Augusto sonríe.
–¡Ay, ese granujilla! -suspira.
Matías no parece divertido. Las travesuras del enano no le hacen ni un pelo de gracia ni le mueven a la ternura.
–Esa miniatura de hombre -masculla- se entretiene creando problemas sólo para ver luego como nosotros, los hombres de verdad, nos partimos el pecho buscando soluciones.
–¿Y no piensas continuar buscándole? -le pregunta Augusto.
Matías responde que no, porque, como acaba de decir el propio payaso, Fido regresará a la jaula apenas comprenda que no vale la pena ser libre cuando ya no se puede morder.…
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