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Sobre La Posmodernidad

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La Posmodernidad de Hal Foster

La Posmodernidad
Hal Foster Ed.
Editorial Kairos, Barcelona, 1985

Se pregunta Hal Foster en el prólogo a The Anti-Aesthetic: Essays on Postmodern Culture, que para nosotros fue traducido simplemente como La posmodernidad, que «lo primero que debemos preguntarnos es si existe el llamado posmodernismo y, en caso afirmativo, qué significa». Esto nos advierte del inconsistente estado de la cuestión en el momento en que se publicó el libro, 1983, y de la extraña conjunción de visiones que va a propiciar.

Este libro es una recopilación de ensayos breves de autores notables (Hal Foster, Jürgen Habermas, Kenneth Frampton, Rosalind Krauss, Douglass Crimp, Craig Owens, Gregory L. Ulmer, Fredric Jameson, Jean Baudrillard y Edward W. Said) en los que se exponen  visiones acerca de algo llamado posmodernismo, sea ello lo que sea. El libro consigue tener la forma del hecho del que intenta dar cuenta: una recopilación de discursos fragmentarios e inconmensurables. Como puede adivinarse repasando los nombres que firman los textos, este libro contiene textos no sólo interesantes, sino algunos textos canónicos como pueden ser La escultura en el campo expandido, La modernidad, un proyecto incompleto o Posmodernismo y sociedad de consumo.

La noción de modernidad es profundamente problemática

Generalmente, todos los autores coinciden, salvo Habermas, en que la noción de modernidad es profundamente problemática. Podríamos decir que la posmodernidad puede caracterizarse como un momento de crisis de un discurso que quiere ser hegemónico y en el que proliferan multitud de discursos alternativos, fragmentarios, parciales e inconmensurables. Esto propicia una revisión de aquello que la modernidad ha instituido (por ejemplo el museo) o aquello que la modernidad ha obviado (por ejemplo el papel de las mujeres). 

Dice Jameson que la experiencia del posmodernismo puede entenderse desde dos de sus rasgos principales: el pastiche y la esquizofrenia. Brevemente, el pastiche es el fruto de la relación del arte posmoderno con los estilos que le precedieron, y su imitación de estos, aumentando un panorama caleidoscópico: haciendo copias de unos estilos que no le son propios y en cuya imitación no los transciende, sólo los reproduce. La esquizofrenia apunta a un momento de desvinculación entre los significantes y los significados. La destrucción de esta relación elimina la noción del tiempo, que es inherente al lenguaje, lo que deja al hablante en un presente continuo e indiferenciado.

El posmodernismo puede entenderse desde dos de sus rasgos principales: el pastiche y la esquizofrenia

Añade Baudrillard que este tiempo es el de la mengua del espacio público y del privado. «Vivimos en el éxtasis de la comunicación, y este éxtasis es obsceno. Lo obsceno es lo que acaba con todo espejo, toda mirada, toda imagen, lo obsceno pon fin a toda representación.»

La posmodernidad permite la emergencia del discurso de los otros, tal como titula Craig Owens su artículo. La ruptura de la convicción de ser los únicos posibilita no sólo el encuentro con los otros, sino la toma de consciencia de ser también otro. Uno de los «otros», cuyo discurso emerge en el posmodernismo, es el otro de las mujeres. La visión occidental, que esencialmente es masculina, ha reducido el papel histórico de las mujeres en multitud de ámbitos, y uno de ellos es el artístico. Como se sabe, en el arte, las mujeres han sido, las más de las veces, diosas, estaciones, ciencias, alegorías en general, pero nunca mujeres. «La obra posmodernista intenta alterar la estabilidad tranquilizadora de ese dominio». La aparición de una crítica feminista de enorme peso en nuestro tiempo da cuenta de ello.

La relación del arte contemporáneo-posmoderno con la tradición ha sido un tema relevante en las consideraciones sobre la posmodernidad. No sólo la historia arte como disciplina, sino el museo como institución han sido objeto de crítica en la posmodernidad. Craig Owens, en Sobre las ruinas del museo afirma: «hay otra de tales instituciones de confinamiento maduras para el análisis según el punto de vista de Foucault -el museo- y otra disciplina -la Historia del Arte.»

La posmodernidad da cuenta de una visión poliédrica y parcial de un momento histórico difícilmente sintetizable

Sin embargo, todas estas discusiones son capaces de coexistir, en el mismo libro, con la visión habermasiana que, como apuntábamos al principio, afirma no sólo que el proyecto moderno tiene vigencia, sino que su triunfo ha sido su propio desvanecimiento: «afirman como propias las revelaciones de una subjetividad descentralizada, emancipada de los imperativos del trabajo y la utilidad, y con esta experiencia salen del mundo moderno. Sobre la base de las actitudes modernistas justifican un antimodernismo irreconciliable».

Hemos intentado dejar entrever, La posmodernidad da cuenta de una visión poliédrica y parcial de un momento histórico difícilmente sintetizable. Evidentemente esto no es una crítica, porque claramente el libro no se propone ser sistemático. La propia dinámica posmoderna ha llevado a críticos, artistas, intelectuales y demás a ocuparse de asuntos demasiado diversos y entre los cuales no existe más que una relación de concomitancia. Esta edición de Hal Foster es una maravillosa recopilación de textos, a los que, tristemente, una reseña de este tipo no puede hacer justicia.