#6

Edición Impresa + digital

Idioma Español / Inglés
Julio 2020
Páginas: 95
Encuadernación rústica

Cuerpos diversos

El número 6 de Utopía. Revista de crítica cultural trata de acercarse a las representaciones de esos cuerpos estigmatizados que la sociedad califica como minusválidos, tullidos, retrasados, subnormales, tarados, lisiados, monstruosos, etc. Cuerpos, tantas veces considerados enfermos, a los que nos dirigimos con paternalismo, ignorancia o condescendencia, y que nos hacen pensar en la miseria moral que late tras la construcción de la “normalidad” —referida a cuerpos, pero también a conductas, mentes o deseos— y la “diferencia”. La diversidad funcional no puede seguir considerándose como un rasgo esencial de una persona, y mucho menos como un hecho subalternante, sino, antes bien, como una realidad relacional, compleja y siempre condicionada por un entorno discapacitante. Desde esta perspectiva, la irrupción de estos sujetos invita a reflexionar sobre cómo se ha construido un canon de cuerpo/mente saludable, deseable y deseante, productivo y normativo, y cómo éste se está perpetuando en un momento de aceleración de políticas neoliberales. Al fin y al cabo, la norma es siempre una construcción social tras la cual laten los fantasmas de una época.

Es por ello que hoy resulta más pertinente que nunca analizar las prácticas de producción simbólica generadas en torno, sobre y desde la diversidad funcional. Las contribuciones de esta sexta entrega de Utopía se acercan al problema desde puntos de vista muy diferentes.

Editorial

Defíneme “normal”

Rosa Olivares

Portada UTOPÍA número 6

Cuando eres madre, mejor dicho, cuando estás a punto de ser madre, te obsesionas en pensar cómo será ese hijo que vas a tener, cuál será su sexo, si será feliz. Sabes de antemano que feliz no puede ser, que es imposible ser feliz como quien dice voy a ser ingeniero, o cantante. Ser feliz es una situación temporalmente breve y conceptualmente difusa. Entonces te das cuenta de que realmente el problema es saber si tendrá todos los dedos en sus manos y sus pies. Ese es el gran horror, que le falte “algo”.

Lo que no queremos es nombrar ese término angustioso que es “normal”. Cuando ese niño ya con ocho o nueve años, no crece al ritmo que los médicos consideran “normal”, nos preocupamos. Si no tiene un rendimiento escolar “normal”, nos preocupamos. Si necesita gafas, si no vale para hacer ningún deporte queremos pensar que será un intelectual. Queremos que sea uno más, normal, como todos. ¿Cómo todos?

Nadie es normal. Porque la norma está mal definida

Antiguamente, y tal vez todavía hoy en algunos casos, las familias ocultaban aquellos niños que eran diferentes, que ellos creían que eran diferentes. Hoy el término normal está sujeto a amplias polémicas. Nadie es normal. Porque la norma está mal definida. Si hablamos de capacidades nadie cuenta con todas las capacidades que debería tener. Pero es cierto que la sociedad, todavía hoy, segrega y dificulta una vida “normal”, tanto educativa como laboral, como simplemente social a una gran mayoría de personas con diferencias, discapacidades o alteraciones de esa normalidad que ponemos en cuestión.

Cuando hablamos de Frida Kahlo, de su vida social, de su vida amorosa, de su vida sexual, de sus viajes, de sus triunfos, de su participación en la vida de su momento histórico, es difícil imaginarla como una persona discapacitada. Vemos que era diferente, porque representa una belleza diferente, donde alguien puede ver fealdad; porque realiza una obra artística diferente, rara, fuera de los cauces normales de una mujer pintora de esa época. Sus amores, infidelidades, separaciones, su deseo presente en su obra, igual que su dolor, tampoco es frecuente que sea tan evidente ni en la obra ni en la vida de una artista. Efectivamente Frida Kahlo, nos guste más o menos, es una artista diferente, extraña, excepcional. No es una artista normal, de hecho, para que un artista destaque tiene que alejarse de la normalidad, porq