Edición Impresa + digital
Idioma Español / Inglés
Enero 2020
Páginas: 93
Encuadernación rústica
Dossieres Archivo
Liliana Porter y sus “situaciones”Paradojas de Priscilla Monge
Texto Archivo
Gabriela Rangel
Momento Femenino 1
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Cabello/Carceller
Mataré lo femenino que hay en mí
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Laura Freixas
Aprendizajes
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Gabriela Jauregui
Cuando callas…
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Lorena Wolffer
Desde el marcador mujer
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Amanda Mauri
Recorrido breve por las gramáticas de la violencia sexual… y un principio de respuesta
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Barbara Zecchi
El cine, fábrica de misoginia
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Marta Sesé
“Una violencia política”.
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Gabriela Cordourier Real
Las mujeres como agentes transformadores del orden social
Texto Archivo
Gabriela Rangel
Momento Femenino 2
Editorial
Los hombres que odiaban a las mujeres
Rosa Olivares
Las mujeres fuimos creadas de una costilla del varón. No del barro primigenio con las manos de Dios, fuimos creadas para el uso y disfrute del varón, para acompañarle, como una mezcla de mascota, esclava y juguete sexual. Dios no nos insufló la vida con su aliento, eso era solo para los hombres. Siglos más tarde Freud se dio cuenta de que al no tener pene estábamos incompletas, es decir: que éramos diferentes de los hombres y por supuesto inferiores. Porque todo lo diferente al hombre blanco heterosexual es inferior, aunque eso se iría viendo poco a poco a lo largo de la historia de la humanidad.
Una mujer siempre es un peligro y un enigma. Esto explicaría, tal vez, el odio ancestral y profundo que los hombres sienten hacia las mujeres: la misoginiaEsto explica el odio a ese ser que nos da la vida, satisface nuestros deseos, pero sigue siendo una desconocida, tal vez una enemiga. Una mujer siempre es un peligro y un enigma. Esto explicaría, tal vez, el odio ancestral y profundo que los hombres sienten hacia las mujeres: la misoginia. No hay una palabra que defina de igual modo ningún tipo de odio hacia el varón. “El odio más largo de la historia, más milenario aún y más planetario que el del judío es el odio a las mujeres” (André Glucksmann). Todo eso explica que haya miles de mujeres muertas cada año en todo el mundo por sus maridos, padres, hermanos u otros hombres desconocidos. También justifica los millones de violaciones a niñas y mujeres de cualquier edad que suceden continuamente en todo el mundo (aproximadamente diez mientras lee este texto). Explica que ganemos menos por el mismo trabajo, que nos tengamos que encargar de los trabajos con los hijos, los enfermos, y los ancianos, y cuidar de la casa, limpiar, cocinar, de la economía doméstica, de todas las labores de la casa y de la familia y de la crianza, del trabajo en el campo y, por supuesto tener hijos, sobre todo varones para que sus padres se sientan orgullosos, y alguna mujer para que nos cuide en la vejez y haga el trabajo de la casa. También conviene parecer feliz, joven y atractiva, y sobre todo callada. En todo esto la única duda es si las mujeres tenemos alma, algo que los judíos ortodoxos hoy aún niegan oficialmente, y los demás… pues bueno, más o menos.
El voto lo conseguimos con esfuerzo y paciencia. Poco más.
Como planteaba Paul B. Preciado, el problema de l