Revista EXIT número 85
#85

Edición Impresa + digital

Idioma: Español / Inglés
Fecha: Enero 2022
Páginas: 148
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Durmientes y soñadores
Sleepers and Dreamers

Dormimos aproximadamente un tercio de nuestras vidas, con suerte soñamos con frecuencia diaria, aunque no recordemos lo que hemos soñado la mayoría de las veces, varios sueños por noche, sueños largos y cortos en los que podemos ser el príncipe, la princesa y el dragón sin ningún prejuicio ni problema. EXIT 85 está precisamente dedicado a los durmientes y a los sueños. Desde los lugares en los que se duerme, a la vulnerabilidad y fragilidad que implica el hecho de estar dormido, hasta las poéticas y estéticas del sueño.

Se reúnen en EXIT 85 Durmientes y soñadores los textos centrales de la investigadora Sharon Silwinski y de la misma fundadora de EXIT, Rosa Olivares. Silwinski atiende a una dimensión política del sueño, en el que dormir puede considersarse una resistencia al progreso pero deber ser también un derecho. Un texto que se ilustra con fotografías de Oscar Rejlander, Niv Acosta y Fannie Sosa, Magnus Wennman y Sam Taylor-Johnson. Por su lado, Olivares nos ofrece un paseo estético sobre la cama y los sueños con fotografías de Luis González Palma, Donovan Wylie, Sophie Calle, Elliott Erwitt y Félix González-Torres. Los dosieres de EXIT 85 miran hacia los que durmen en la calle con Francis Alÿs y Lars Klingenberg; también a los que lo hacen en la playa, como vemos en las fotografías de Carlos Pérez Siquier y Tadao Cern; y a los que lo hacen en los cafés, como nos muestra Guillaume Hebert. A través de las fotografías de Annaleen Louwes, María Friberg y Natacha Lesueur nos acercamos a una dimensión más conceptual del durmiente. Y, por último, con Ferdinando Scianna nos adentramos en exteriores e interiores donde los durmientes descansan plácidamente y en blanco y negro.

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Editorial

Nosotros, los durmientes

Rosa Olivares

Portada EXIT número 85

Una de las torturas más terribles es impedir que el preso duerma. Impedir que descanse, que cierre los ojos y se aleje de la realidad horrible que está sufriendo. Impedir que salga de su cuerpo mientras este se relaja y vaya a otro lugar, que pasee con sus hijos, se bañe en el río cerca de su casa de la infancia… todas esas maravillas que tal vez nunca sucedieron pero que revivimos en los sueños. Igual que, muchos años después, esas víctimas de tortura soñarán que no pueden dormir. Parece ser que, entre los suicidas, una gran mayoría sufre de insomnio crónico. Dormimos aproximadamente un tercio de nuestras vidas, con suerte soñamos con frecuencia diaria, aunque no recordemos lo que hemos soñado la mayoría de las veces, varios sueños por noche, sueños largos y cortos en los que podemos ser el príncipe, la princesa y el dragón sin ningún prejuicio ni problema. Sin embargo, el sueño supone haber llegado al descanso profundo, a ese estado de no consciencia absoluto, en el que navegamos por mares, hacemos lo que nunca haremos despiertos, incluso puede ser que seamos felices. No lo sabremos nunca. Lo que sí se sabe es que sin esos sueños no descansaríamos. No se trata solamente de un recurso poético, dormir, soñar, es uno de los temas médicos que los investigadores estudian con más interés y con más desconocimiento.

Dormir es morir un poco. Esa frase tan querida por los románticos nos recuerda nuestra ausencia de este mundo cuando estamos dormidos. Estar despierto es estar alerta, en guardia, atento, estar vivo, despierto. Dormir es descansar, relajarse, no ser, tal vez, sí, morir un poco, y resucitar cada mañana. Solo hay que ver que plácidamente duermen todas las personas cuyas imágenes mostramos en las siguientes páginas.

Todos dormimos y todos soñamos y, tal vez, ese sea el único tiempo en el que todos somos iguales, aunque no lo sepamos

Nuestras calles, las de todas las ciudades, cada vez resguardan y exponen a las miradas de todos a más personas que duermen en portales, parques, entradas de bancos. Personas que no tienen casa. Pobres, emigrantes, desahuciados, personas que creemos que no son como nosotros, gente que ya no tiene nada, que tal vez nunca tuvo nada, y que acarrean con ellos esas mantas, tal vez una maleta con sus pocas pertenencias. Personas, hombres y mujeres de todas las edades y orígenes, que hacen de un cartón su techo y de unos periódicos