Revista EXIT número 78
#78

Edición Impresa + digital

Idioma: Español / Inglés
Fecha: Mayo 2020
Páginas: 148
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Exploradores, aventureros y náufragos
Explorers, adventurers and castaways

En este número abordamos la idea de búsqueda más allá de los límites conocidos. Algo que desde los orígenes de la humanidad ha sido el motor de descubrimientos físicos, arqueológicos y geográficos. Hemos querido dedicar uno de los dossieres fotográficos a los primeros viajes al Polo: ¿cómo retrataron todos aquellos aventureros unos paisajes tan a priori visualmente homogéneos? El texto del periodista Jacinto Antón sobre pioneros como Roald Amundsen o Fridtjof Nansen nos da todas las claves. Incluimos también la fotografía arqueológica: aquella que, durante el s. XIX y coincidiendo con el auge de las expediciones, reflejaba el interés por civilizaciones desconocidas hasta entonces, pero también iba consolidando el lenguaje y la técnica del medio fotográfico. El texto de Pilar Rubio Remiro analiza está cuestión desde una perspectiva de género. Y de la tierra al aire: la fotografía ha acompañado siempre los viajes al espacio, siendo una parte imprescindible para dar legitimidad (y credibilidad) a los astronautas. Fotógrafos como Joan Fontcuberta o Aleydis Rispa cuestionan de alguna manera esas supuestas verdades “ontológicas” de la fotografía espacial. Pero también en el agua se mueven muchos temas: no en vano, el mar es el lugar por excelencia de la curiosidad y el riesgo. La investigadora Isabel Soler nos lleva de la mano por ese “infierno abierto”, al que acompañan imágenes de Teresa Villarreal o Manel Esclusa, entre otros.

Ahora más que nunca necesitamos volver a (re)descubrir el mundo. Te invitamos a hacerlo a través de un viaje por el pasado… para poder imaginar el futuro.

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Editorial

El Doctor Livingstone, supongo

Rosa Olivares

Portada EXIT número 78

Esta famosa frase resume el espíritu aventurero y elegante de los exploradores británicos del siglo XIX, y de alguna manera es parte de la leyenda de esos hombres blancos que andaban por la selva como por su casa. David Livingstone (Escocia, 1813-Zambia, 1873) médico, misionero y explorador, llevaba seis años en África, los últimos dos sin dar noticias de su paradero. El New York Herald organizaría una exploración en su busca, 20.000 dólares de 1870, lo que nos da una idea de la importancia social de la aventura y la exploración en la época. Henry Morton Stanley (Gran Bretaña, 1841-1904) dirigía la búsqueda, y el 10 de noviembre de 1871, 296 días después de iniciar la búsqueda en un continente de más de 30 millones de kilómetros cuadrados, se encontró con un delgado y enfermo hombre blanco en Ujiji, una pequeña aldea junto al lago Tanganika. “El doctor Livingstone, supongo” fue la pregunta afirmación con que supuestamente saludaría al hombre que luego acompañaría en la exploración del lago Tanganika durante un año. Livingstone no volvería a Gran Bretaña nunca más.

Esta pequeña historia nos sirve para situarnos en una época muy diferente a la actual, sin geo localizadores, sin aviones, sin telecomunicaciones. La aventura era otra cosa. Posiblemente una fiebre que envenena el alma. Como Joseph Conrad escribe en boca de Marlow en El corazón de las tinieblas: “Quien escucha el llamado imponente de la selva será inevitablemente destruido; enloquecerá o morirá de mala manera. La Oscuridad se vengará de cualquier transgresión que alguien cometa en sus dominios”.

Los artistas siempre tuvieron en estos aventureros y sus aventuras un motivo para crear, para prolongar en la ficción, con sus obras, las aventuras reales y soñadas.

Aventureros, exploradores y náufragos. Vividores, curiosos y fotógrafos. Porque muchos de ellos vivieron junto a una máquina de fotografía sus viajes y sus sueños, otros los escribieron para nuestra imaginación, para nuestra envidia y para nuestra supervivencia en un mundo cada vez más alejado de la aventura individual y solitaria.

Los artistas siempre tuvieron en estos aventureros y sus aventuras un motivo para crear, para prolongar en la ficción, con sus obras, las aventuras reales y soñadas. Si los exploradores y los aventureros han construido, ampliado, y detallado los ma