Revista EXIT número 47
#47

Edición Impresa + digital

Idioma Español / Inglés
Fecha: Agosto 2012
Páginas: 172
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Foto y pintura
Photo and Painting

¿Qué sentido tiene tratar de dibujar, de pintar fielmente la sangre, cuando la podemos fotografiar? Pintura y fotografía, pintura o fotografía: la diferencia entre el enfrentamiento y la alianza es lo que distingue a la evolución y el desarrollo, de la muerte fulminante. La relación profunda de estos dos lenguajes plásticos va más allá de una pura formalización, ahondando en conceptos lingüísticos, en estructuras narrativa, en un movimiento continuo que viene y va, desde la mirada a la mano, desde la mirada a la realidad La disyunción entre la mano o la máquina no tiene ya sentido cuando se habla de pintura o fotografía. La foto ya no es la obra de una máquina, nunca fue la máquina, sino el ojo, la herramienta artística por antonomasia.

Conocemos las obras de arte a través de la fotografía, nunca son las obras auténticas: todo es una fotografía. La relación de la fotografía con la pintura tiene mucho de la admiración de un hijo por el padre, del aprendizaje del discípulo, relaciones que amenazan con la eliminación del padre o del maestro. La pintura como lenguaje artístico y por lo tanto simbólico necesitó un tiempo para reafirmarse y reinvertase, mientras la fotografía triunfó gracias a una imagen clara con referencias a la historia del arte en una lectura rápida y por lo tanto superficial, retomando el realismo formal. La fotografía desde su origen hasta su situación actual no ha sido un trabajo realizado por fotógrafos, sino sobre todo por artistas, arquitectos, teóricos que han encontrado en ella la herramienta ideal para conseguir unos objetivos conceptuales y formales, al margen de su relación con la pintura. La fotografía ha alterado el transcurrir de la pintura que sobrevive porque se transforma, de una forma de contar que ha cambiado desde que se ha visto reflejado en el espejo cóncavo de la fotografía y posteriormente ha tenido que analizar y reestructurarse a partir de la imagen en movimiento.

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Editorial

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Rosa Olivares

Portada EXIT número 47

¿Qué sentido tiene tratar de dibujar, de pintar fielmente la sangre, cuando la podemos fotografiar? Se preguntaba un joven Andres Serrano en la escuela de Bellas Artes antes de dejar la pintura por la fotografía. Algo parecido debió pensar Robert Mapplethorpe en algún momento de su carrera, ¿qué sentido tiene la escultura cuando el cuerpo de los hombres nos ofrece todas las formas y las posibilidades que solo la fotografía puede captar? Naturalmente tanto Andres Serrano como Robert Mapplethorpe son hoy dos clásicos de la fotografía contemporánea, dos artistas que en otra vida habrían sido pintor y escultor respectivamente. O tal vez sean aún hoy, aún a través de sus fotografías, tan pintores, tan escultores, como si utilizasen pinceles y pintura, mármol y bronce. La luz conforma los colores y permite la definición de las formas. La luz es el pincel y el cincel con el que se construye la fotografía. La disyunción entre la mano o la máquina no tiene ya sentido cuando se habla de pintura o fotografía. La foto ya no es la obra de una máquina, nunca fue la máquina, sino el ojo, la herramienta artística por antonomasia. El ojo que mira, ve y transforma. La mano sería la máquina primigenia, luego vendrían todas las demás y todas las futuras inimaginables tal vez aún hoy.

Andreas Gefeller. Untitled (Academy of Arts, R220), 2009. Courtesy of the artist, Thomas Rehbein Gallery, Cologne, and Hasted Kraeutler, New York. Andreas Gefeller. Untitled (Academy of Arts, R217), 2009. Courtesy of the artist, Thomas Rehbein Gallery, Cologne, and Hasted Kraeutler, New York.

Conocemos las obras de arte, que nunca hemos podido ver, a través de la fotografía. Todo es una fotografía. Esos libros en los que hemos estudiado, esos catálogos de tantos artistas, desde los clásicos a los modernos