Edición Impresa + digital
Idioma Español / Inglés
Fecha: Mayo 2011
Páginas: 161
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1
El cuerpo como objeto
The Body as an Object
En el origen fue el cuerpo, el verbo hecho carne, finalmente es lo que somos: carne. Fragmentos de cuerpos habitan en almacenes, galerías y museos. Fragmentos de piel que llevan inscrita una historia. Tal vez es lo único que finalmente nos quede: el cuerpo. Un cuerpo donde habita nuestra identidad. Todo gira en torno a nuestro cuerpo, divino o no, pero siempre humano. El cuerpo es lo primero en lo que nos fijamos, nuestra tarjeta de visita, la primera impresión. Gracias al cuerpo sentimos toda la gama infinita de sensaciones, porque el cuerpo es, sin lugar a dudas, un territorio sin límites. El cuerpo es un volumen en el plano, un objeto al que podemos anular el alma y convertir en materia, un objeto que es referencia de otros conceptos más allá de la propia carne.
Jaime Conde-Salazar, especialista en danza y performance, en su texto Un cuerpo que no está allí nos habla de la relación de las artes vivas con el cuerpo, una relación que se origina en la percepción de nuestro cuerpo como objeto de estudio. Una necesidad de conocer el organismo humano. Una separación del cuerpo-máquina-objeto del mundo que lo reduce a pura materia con capacidad de movimiento, un danzante sin alma.
La revista incluye los dosieres de los artistas: Dorota Buczkowska y Przemek Dzienis, Denis Darzacq, Robert Davies, Alain Fleischer, Jesús Micó, Arno Rafael Minkkinen, Rafael Navarro, Mathieu Pernot, Pierre Radisic y Laurie Simmons. Algunos realizan un sistemático estudio de las partes, una catalogación de los diferentes segmentos de este objeto-cuerpo: manos, pies, boca, ombligo… Elementos aislados, sin identidad. Otros hacen de él una parte del todo, una parte de la composición esencial. Eliminando el rostro, el gesto, la mirada, ese cuerpo sólo es un mero contenedor vacío.
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Editorial
Lección de anatomía
Rosa Olivares
Tal vez sea lo único que finalmente tengamos: el cuerpo. Un cuerpo como superficie habitable, una casa, una morada donde cobijarse, un lugar donde vivir. Y también una identidad y un sexo. Y a partir de ahí, el mundo. Todo gira en torno a estos cuerpos, algunos divinos, otros celestiales y, la mayoría, simplemente humanos. El cuerpo es lo que primero se estudia en dibujo, lo que primero nos gusta o disgusta de cualquiera que se nos ponga enfrente. A través del cuerpo sentimos toda la gama infinita de sensaciones que se pueden sentir. Y es que el cuerpo es, realmente, un lugar sin límites. Dentro de él nos propulsamos hasta el infinito; en un suspiro viajamos al fin del mundo, y un roce en la piel, esa capa fina e impermeable que recubre nuestros cuerpos, nos hace creer que podemos ser felices.
John Coplans. Body Parts n. 26, 2002. Courtesy of The John Coplans Trust.El cuerpo es la medida de todas las cosas, dijo Leonardo, y desde luego, es él mismo todas las cosas que crecen y se desarrollan a partir de sus necesidades. En el origen fue sin duda el cuerpo, el verbo hecho carne, y hoy, no quiero decir finalmente, eso es lo que somos: carne. El cuerpo como un objeto abandonado, un objeto que no queremos y modificamos, cortamos, ampliamos, achicamos; cuerpos masacrados por cualquier razón, cuerpos utilizados, destruidos; cuerpos reventados, en la realidad y en la cultura. Fragmentos de nosotros mismos atraviesan las galerías de arte, los almacenes de los museos y las interminables bienales. Fragmentos de cuerpos que en cada girón de carne llevan una historia de amor, de dolor, de sufrimiento. Esos son nuestros cuerpos: simple materia para una lección de anatomía sangrienta de la que nadie parece aprender.