Revista EXIT número 25
#25

Edición Impresa + digital

Idioma Español / Inglés
Fecha: Febrero 2007
Páginas: 167
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Jugando
Playing

EXIT #25 Jugando es un número en el que las obras fotográficas de los autores seleccionados ilustran la paradoja que supone el hecho de que los juguetes se asocian, generalmente, con la niñez y, sin embargo, los juegos, perversos y peligrosos en ocasiones, se asocian, más habitualmente, con el mundo adulto.

Estas dos vertientes y muchas más aparecen recogidas en este número en el que los juguetes son objetos de deseo, de fascinación, de sátira o de crítica, objetos curiosos y sorprendentes por su versatilidad y sus dobles lecturas.

Como textos principales el editorial ¿Quieres jugar conmigo?, seguido del texto, convertido ya en un clásico, Moral del juguete de Baudelaire y el ensayo realizado ex profeso por Francisco Javier San Martín Artista ludens en el que, además de realizar una breve historia del juguete, el autor lo relaciona con el mundo del arte y los artistas que lo han empleado de algún modo en sus obras.

Los dossieres de este número, escritos por los artistas que participan, reúnen las obras de Zoe Leonard, Olivier Rebufa, Daniel & Geo Fuchs, David Levinthal, Liliana Porter, Fischli & Weiss, Guy Ben-Ner, Blue Noses y Paul McCarthy.

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Editorial

¿Quieres jugar conmigo?

Rosa Olivares

Portada EXIT número 25

Dicen que la vida es un juego. Sin embargo, no hay que tomársela como un juego, hay que vivirla seriamente. Porque los juegos no parecen que sean lo suficientemente serios. Son cosas de niños. Tal vez por eso el juego, los juguetes, están asociados inevitablemente a la niñez, a una situación temporal en la que la imaginación, la ensoñación, la credibilidad e incluso una cierta inocencia, son permitidas e incluso obligadas. Cuando los adultos buscan un descanso en ese agobio de obligaciones y responsabilidades y se intentan distraer, hacen deporte, juegan al golf, juegan a los bolos, a las cartas o a la ruleta, o juegan a la bolsa. En una sociedad como la actual en la que la niñez va perdiendo aceleradamente su condición similar a la de un limbo aquí en la tierra, en la que los niños de África juegan al juego de la guerra, las niñas asiáticas son juguetes sexuales, los adultos ya tienen permiso para jugar. Porque el juego se va asumiendo también, poco a poco no sólo como distracción, sino como riesgo.

Dicen que la vida es un juego. Sin embargo, no hay que tomársela como un juego, hay que vivirla seriamente

Entonces, la vida es el único juego que todos jugamos, aunque las reglas no estén suficientemente claras para todos, incluso sean diferentes para unos y para otros. Lo cierto es que hayamos sido ricos o pobres, felices o desgraciados, nuestra infancia nos marca lo suficiente para que siempre recordemos aquella muñeca de plástico que a veces era nuestro hermano y a veces nuestro hijo, al que castigábamos cuando no se comía la papilla y al que vestíamos y lavábamos aprendiendo el juego de ser madres. Mientras los niños, y alguna niña infiltrada de dudoso futuro, construían ferrocarriles, ciudades, edificios, fuertes… los indios y los americanos en aquellas mañanas sin colegio en las que la cama de nuestros padres era el salvaje oeste, y otras veces una balsa a la deriva en un mar lleno de tiburones. La imaginación llega a acelerar el corazón ante el peligro irreal, perfilado en el juego de la ilusión.