Revista EXIT número 23
#23

Edición Impresa + digital

Idioma Español / Inglés
Agosto 2006
Páginas: 175
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Lectores y lecturas
Readers and Readings

EXIT #23 Lectores y lecturas propone una selección de fotografías contemporáneas con las que representar el mundo de la lectura a partir de tres secciones en las que se divide este número y que van desde lo más objetual (el libro), pasando por el placer de la lectura (los lectores), hasta los lugares destinados a este fin (Bibliotecas).

El editorial de Rosa Olivares Laberinto de palabras, reflexiona sobre el infinito universo de posibilidades que la lectura y los libros ofrecen y, en esta línea, el texto de la novelista Rosa Regás Literatura y vida en la lectura, supone todo un alegato a favor de la lectura como una forma de mejorar la vida y sin la cual “…naceríamos, viviríamos y moriríamos más condenados aún de lo que estamos, más esclavos aún de lo que somos”.

Los artistas centrales del número son Abelardo Morell, Anne Zahalka, Nazif Topçuoglu, Tomoko Yoneda y Candida Höfer.

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Editorial

Laberinto de palabras

Rosa Olivares

Portada EXIT número 23

En los libros está todo. Siempre se ha dicho y se repite que en la lectura podemos encontrarnos a nosotros y a todo lo demás: mundos lejanos, aventuras fantásticas, ciencia y placer, misterio y sencillez. Depende de lo que se lea, de a quién se lea. Porque en definitiva cada libro es un fragmento de la vida o de los sueños de alguien que nunca conoceremos. Y digo que nunca conoceremos porque esa persona que está escribiendo esa historia es siempre alguien extraño, alguien diferente a nosotros, a nuestros amigos, a nuestras familias, aunque ellos, todos o cada uno, puedan ser escritores y haber escrito libros que nosotros hayamos leído. Aun así nunca conocemos a las personas que escriben, porque el simple hecho de escribir nos transforma. Y a veces parece que escribimos nosotros, pero son las palabras, las letras, las que se disparan a través de nuestros dedos hacia el teclado del ordenador, a la pantalla mágica del ordenador donde empiezan a aparecer unos signos que simbolizan experiencias, deseos, miedos, tantas cosas. Esa magia que a veces sale, como el conejo de la chistera del mago (y aquí habría que recomendar leer a Bradbury) y que antes parecía más magia porque se transmitía, se hacía luz y vida, a través de la pluma estilográfica de un intelectual (Ezra Pound) o de una herramienta para escribir aún más antigua o prosaica, pluma de avestruz (Rubén Darío), o en la ruidosa Remington de Hammet. Pero sigue siendo lo mismo, tan igual y a la vez tan diferente como las personas que sienten esa tentación, ese impulso que les lleva a sentarse y escribir, a mano, a máquina, en sofisticados despachos o en cocinas mal iluminadas. Da igual.