Revista EXIT número 4
#4

Edición Impresa + digital

Idioma Español / Inglés
Fecha: Noviembre 2001
Páginas: 180
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Un mundo adolescente
Teenage World

La imagen de la adolescencia está presente en la sociedad actual hasta convertirse en uno de sus iconos más característicos. Desde la publicidad hasta la pornografía, entre la infancia y la madurez, la adolescencia nutre de cuerpos perfectos las páginas de las revistas y las programaciones de cine y televisión.

Pero la adolescencia es más: un momento de indefinición, de duda, de inseguridad, de búsqueda de identidad, de las primeras aproximaciones al sexo y al amor, pero también de la anorexia, de los traumas, de la soledad, unos años que pueden dejar marca para siempre. La sociedad actual tiene no sólo el deseo de juventud sino muchos de los tics de la adolescencia, y en especial esa ansiedad por ser siempre joven, un punto irresponsable, con alguien que nos tutele y proteja.

La juventud y su mundo como tema es algo frecuente en la historia de la fotografía, y más aún en la fotografía actual tal y como refleja este número de EXIT #4 Un mundo adolescente. La artista central de este número es la australiana Tracey Moffatt, con un trabajo sobre el entorno familiar del adolescente y las cicatrices que deja. Los dossieres dedicados a Jouko Lehtola, Céline van Balen, Rineke Dijkstra y Fernando Moleres, completan una mirada en profundidad con una amplia gama de retratos de los jóvenes de hoy.

Junto a estos artistas también están presentes los trabajos de Beat Streuli, Sally Mann, Lewis Hine, Cristina García Rodero, Hellen van Meene, Bernard Faucon, Richard Prince, Bertrand Desprez, Keith Cottingham, Vik Muniz, Lise Sarfati, Larry Clark, Anthony Goicolea, Wolfgang Tillmans, Jeff Wall, Pere Formiguera, Alessandra Sanguinetti, Germán Gómez, Denis Darzacq, Sharon Lockhart, Miguel Trillo y Slater Bradley, entre otros.

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Editorial

¡Qué grande es ser joven!

Rosa Olivares

Portada EXIT número 4

Hay múltiples ejemplos en la literatura tradicional de ese deseo de permanecer en una etapa de la vida alejada de las responsabilidades. En psicología se conoce como síndrome de Peter Pan a esa actitud de negación de la madurez, a la incapacidad de asumir los cambios que el tiempo impone irreversiblemente a nuestros cuerpos, nuestras formas de vida y nuestra implicación en las relaciones con los demás, con el mundo que nos rodea, con nosotros mismos. La figura de Peter Pan, proyección literaria de su autor (James Matthew Barrie, un hombre que nunca asumió su realidad como hombre adulto ni en su vida privada ni en sus hábitos sociales, ni en sus relaciones sexuales o amistosas), encarna el ideal de todos aquellos que quieren vivir en el País de Nunca Jamás, ese lugar mágico en el que las sirenas, Campanilla, los Niños perdidos y el Capitán Garfio, comparten un mundo de libertad y ensueño, sin horarios, sin padres, sin escuela, sin trabajo, sin más responsabilidades que jugar, cantar y disfrutar. Salir de ese país significa crecer, dejar de ser joven para convertirse en adulto, pasar de hijo a padre, cargarse de responsabilidades. Transformarse, y, en definitiva, asumir el juego, a veces peligroso, de vivir.

Denis Darzacq. Ensembles nº 11, 1999. C-print a partir de negativo en color montado sobre aluminio 80 x 120 cm Cortesía Agence Vu, París

Nadie quiere crecer. Nadie quiere abandonar ese ideal de belleza y libertad que parece ser esa etapa conocida como adolescencia y que está entre la infancia, absolutamente dependiente de los adultos, y la madurez, excesivamente cargada de compromisos y obligaciones. Una edad imprecisa y unas características ambiguas que oscila según culturas, países y épocas. Entre los 12 y los 18 años podemos marcar la existencia temporal de la adolescencia, sin embargo en la sociedad occidental, en los países llamados desarrollados, ese período de tiempo se puede alargar hasta la treintena, pues la separación de las fam