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Lágrimas artificiales

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ines verdugo descenso
Inés Verdugo, Descenso (de la serie Bajamar), 2022. Imagen cortesía de la artista y Galería Segismundo. Fotografía: Kevin Pellecer

El insomnio reseca mucho los ojos, ¿será que en la oscuridad parpadeamos menos? En la madrugada levantamos el móvil que reposa bocabajo en modo “sueño”, verificamos la hora (2:00 AM) y entra el desconsuelo… de nuevo no habrá un reposo, a las seis de la mañana hay que despertar y alistarse para un nuevo día de trabajo. La resequedad ocular se convierte gradualmente en un callo, pterigión, una llaga roja sobre la blanca conjuntiva. La luz de la pantalla ilumina el rostro y rebota por toda la habitación. Revisar mensajes verificando si no hay una emergencia hasta caer impotentes ante la necesidad de entrar al Instagram. El clonazepam de hacer contacto con otros que también se despellejan la pupila viendo su propia imagen.

En la mass media es muy importante que el usuario se coloque entre la imagen mostrada y la cámara. La bienal o la feria tal o cual conllevan la necesidad de un selfie que afirme que el artista o el espectador estuvo allí adentro. Las fotografías dentro de los museos ahora incluyen al espectador junto al cuadro, como si se tratara de un escalador en la cima de una montaña. En una generación será muy difícil pensar en una obra sin que alguien esté inserto en la fotografía de ésta. Es tan intensa la necesidad de hacernos parte del nombre de otros, del talento de otros, del trabajo de otros, que necesitamos incorporarlos a las historias destacadas que resumen nuestra vida dentro de la digital media. Vivo y trabajo en un país latinoamericano pequeño donde es muy importante documentar la presencia de los artistas a través de sus redes sociales. La anomalía evolutiva de esta práctica está generalizada. El vacío de pensamiento crítico que nos ha dejado la aniquilación de periódicos o revistas (no digamos especializados en temas culturales) nos ha llevado a este ejercicio de autopromoción acelerada. Es muy interesante que la ingeniería social tecnocientífica se propague como virus de lenguaje: no importa la observación, importa la presencia; no importa que los fondos para la rebelión vengan de la contradicción misma. Así es como al extinguirse los fondos de USAID bajo el mandato de Donald Trump, se ha ido desvaneciendo el riel discursivo que aparecía hace dos años en las instituciones formativas y expositivas con enorme visceralidad. La vacuna contra el virus de lenguaje tiene un efecto regresivo a través de las imágenes que el algoritmo “arte” nos lanza a través de las plataformas digitales.…

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