En el mes de septiembre prácticamente todas las grandes ciudades organizan unos días de “apertura” general de las galerías de arte. En Madrid se llama APERTURA, pero aunque no recuerde como se llaman en Berlín o en Viena, o en Zúrich o en ninguna otra parte, siempre es lo mismo: una larga lista de galerías que abren durante dos días, dos, tres noches, copas, brunchs, tapas, aperitivos (los nombres y lo satisfactorio de unos y otros también varía de unos lados a otros, pero da igual), y procesiones de gente que va de una a otra saludándose, besándose, reencontrándose después del verano. Después del agotamiento de junio, el vacío del verano, el reencuentro de septiembre se toma con ganas. De volver a verse, reiniciar una temporada que esperamos, deseamos que las cosas vuelvan a su cauce o, al menos que algo bueno suceda.
Las galeristas (en su mayoría “ellas”) esperan todas muy arregladas en sus espacios, algunas elegantes, otras haciendo lo que pueden, unas guapísimas, otras resistiendo, otras, las más veteranas, con más estilo e inteligencia cada año. Ellos, evidentemente no llegan al nivel de ellas prácticamente nunca, aunque cada vez lo intentan con más ganas y tino.
Este año en Madrid se han organizado (a través de la estructura de la feria ARCO) tres rutas por las que se han guiado a unos grupos de coleccionistas, que corrían de una galería a otra, intentando atender, entender, escuchar, quedarse con algo de lo que se les explicaba en cada una de las galerías… buen intento de poner algo dentro de la cabeza además de algo dentro de sus colecciones (en almacenes o en casas súper mega hiper decoradas), tal vez sería mejor que leyeran en sus casas, vamos, quiero decir que pusieran algo en sus bibliotecas y lo miraran alguna vez.
Los artistas, a veces, esperaban en las galerías la llegada de los coleccionistas como esperaba José Isbert la llegada de Mister Marshall. Y llegaron, fuesen y no hubo nada
Como coro griego el público acompaña, en grupos o parejas (muy pocos solitarios, no en vano es, sobre todo, un acto social) a los guías, haciendo altos, reencontrándose en la galería siguiente, quedando para cenar luego, saliendo a tomar unas copas, unas cervezas, saludándose como si hiciera años que no se han visto, como si realmente el mundo se acabase. Pero, y los artistas ¿dónde están?
Los artistas, a veces, esperaban en las galerías la llegada de los coleccionistas como esperaba José Isbert la llegada de Mister Marshall.…
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