Iniciamos con las primeras nevadas un viaje de invierno. Y, aunque seamos muchos los que lo estamos iniciando (prácticamente la mitad de la población mundial), es, inevitablemente, un viaje solitario. Y como todos los viajes solo tienen un final, la llegada, la muerte, el final de las cosas. Cada año la llegada del frío, las horas de oscuridad y de lluvia, esa sensación de tristeza y de soledad que empieza con el otoño y la caída de las hojas y que va creciendo según los árboles, incluso nuestras plantas en casa, en las terrazas y balcones, se quedan desnudos y vulnerables, se va apoderando de nosotros.
Es tiempo de quedarse en casa, de reflexionar, tal vez de buscarse a uno mismo. Por delante tenemos un tiempo difícil, duro, en el que todos y cada uno debemos recorrer un camino difícil donde solo encontraremos la lluvia, la nieve y el hielo. La tormenta y la soledad de un camino que solo se puede recorrer en solitario. Pensaremos en lo que hemos perdido, los amores falsos, los amores que nunca comprendimos, el olvido inevitable, nos despediremos de tantas cosas que cualquier fuego nos puede parecer el de un hogar. Fuegos fatuos que engañaran nuestros sentidos momentáneamente.
Podremos intentar engañarnos a nosotros mismos con el ruido de los truenos y la luz de los rayos, pero sabemos que solo son muestras de lo temporal, fugaces expresiones de la fuerza terrible de la naturaleza en la que sentimos que no somos nada y que nada podemos hacer por contenerla. Todo pasa, y nosotros somos una parte minúscula de ese todo. Es tiempo de comprenderlo y saber que necias son nuestras intenciones de perdurar más allá del tiempo que les queda a aquellos que nos conocieron. Ni la palabra ni la belleza, ni la obra de arte ni las mejores intenciones son nuestras pruebas de existencia, todas ellas ajenas a nosotros en cuanto vuelan desde nuestras bocas o nuestras manos, alejándose de nuestros corazones, simplemente hechos de sangre y de dolor.
Hemos vuelto a la naturaleza, a lo inexplicable, nos damos cuenta de que somos débiles y frágiles, que estamos, que siempre estuvimos, a la intemperie
Este año será sin duda, ya lo es, un año en el que la muerte está más presente de lo habitual, no para todos, pero sí para muchos. Es un tiempo para pensar en todos aquellos que no pensamos nunca, aquellos que viven con la muerte cerca, sin esperar nada más que el día y la noche, un día más, una noche más.…
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