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Juan Hidalgo, Un beso más, 2003

Las vueltas que da la vida, lo que ayer era negro hoy es de color, lo que ayer se respetaba hoy, aunque aparentemente la corrección política obligue a suavizar el tratamiento, es motivo de desprecio. Viejos. Antes eran considerados sabios, eran la personificación de la experiencia y el conocimiento, a ellos se les pedía consejo, su palabra era respetada y tenida en cuenta. Hoy se les ingresa en asilos, una nueva versión de los cementerios de elefantes, se les desprecia y abandona. Se les considera una carga. Hay políticos que ponen en duda que se les deba tratar medicamente a partir de cierta edad por los costes sanitarios que suponen. “Viven demasiado” ha llegado a decir la presidenta del FMI. Viejos. En España una supuesta socióloga líder de Podemos ha llegado a declarar que, “si en España sólo votasen los menores de 45 años, Pablo Iglesias sería presidente”. Yo lo dudo. Viejos, qué lata. ¿De verdad creen eso? ¿Es que los jóvenes son todos progresistas, rebeldes e innovadores? Los fascismos siempre han arraigado especialmente entre los más jóvenes. La incultura también, por cierto. La estupidez es ajena a las edades, al parecer.

“Un joven estúpido es casi seguro que sea un viejo estúpido y que si hablamos de un viejo inteligente lo más probable es que de joven fuese también inteligente”

Hace tiempo Julio Caro Baroja, antropólogo descendiente de Pio, el escritor, afirmaba ante una pregunta estúpida de un joven periodista que “un joven estúpido es casi seguro que sea un viejo estúpido y que si hablamos de un viejo inteligente lo más probable es que de joven fuese también inteligente”. Como inteligente y brillante, y nada reaccionario, me ha parecido siempre Leonard Cohen, que ha muerto con 82 años, bastante viejo, por cierto. Viejo es también nuestro reciente Premio Nacional de Artes Plásticas, Juan Hidalgo, con 89 años… No voy a decir nada de que su obra está fuera del alcance mental y existencial de la mayoría de los jóvenes y muy lejos de las capacidades de la señora Bescansa y de su líder Pablo Iglesias, porque seguramente nunca hayan visto nada de él y ni le conozcan. ¿Cómo serían hoy Janis Joplin, Jean Michel Basquiat, Jimmy Hendrix, si no hubieran muerto demasiado jóvenes? Serían viejos. Como Cohen, como Patty Smith, como todos los de su generación. Unos viejos geniales, radicales y revolucionarios. No como todos esos jóvenes que votan a Trump o a Le Pen o a Rajoy. 

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