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Vida en Marte

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Fotograma de Encuentros en la tercera fase, 1977.

Siempre he creído que estar mucho tiempo en una feria es perjudicial para la salud. No se trata solamente de que los labios se resequen y parezcan ajenos a nuestra boca, ni de que tengamos la sensación de que nuestros pies pesan como si fueran plomo, ni de que oigamos voces lejanas o creamos que la gente se hace más pequeña. Esas pequeñas personitas siguen siendo los coleccionistas que todos esperan con ansiedad, los aficionados intrépidos que han conseguido un pase gratis, e incluso una tarjeta VIP, los artistas con cara de yo no fui, o los pequeñitos directores de grandes museos, que intentan parecer serios y muy ocupados, con sus cabecitas llenas de grandes proyectitos ínfimos. Todo un mundo vive en esa cápsula del tiempo que es realmente una feria de arte. Un mundo autónomo, aislado de esa otra realidad que sabemos que existe más allá del aparcamiento, una humanidad chiquitita y posiblemente prescindible que poco tiene que ver con los que están fuera de esa cápsula transparente que te atrapa y te aísla. Con el mundo real, allá donde viven nuestras familias y nuestros amigos.

Cien ferias pobladas de un público similar, con muchas coincidencias, con los mismos payasos, con los mismos gestos, y con un arte familiar que decora las paredes de la nave espacial

Si realmente pasar mucho tiempo en una feria es perjudicial para nuestra salud mental, es probable que a estas alturas yo escriba estas líneas desde un hospital psiquiátrico, pues llevo en mi haber más de cien ferias, contadas con una memoria favorable, es decir, olvidadiza. Cien ferias pobladas de un público similar, con muchas coincidencias, con los mismos payasos, con los mismos gestos, y con un arte familiar que decora las paredes de la nave espacial. Y recuerdo que antes las ferias duraban mucho más que ahora, la de Colonia y la FIAC llegaban a tener dos fines de semana, si, ahora no puedo creer que sobreviviéramos, y que sigamos yendo a ferias todos los años, a varias, esa misma gente que estuvimos allí y vivimos para contarlo, en aquellas ferias de más de una semana. No hace tanto que ARCO se acababa el lunes. Duraban tanto aquellas ferias que se convertían en campamentos de verano, en ejercicios espirituales, en un laboratorio de cruces de parejas e infidelidades de corta duración. Yo he vivido rupturas de galeristas belgas, romances intergalácticos e incluso el suicidio de un galerista engañado por su mujer.…

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