Viajar tiene un sentido diferente cuando el viaje dura más de cinco horas en avión. Esas cinco horas, lo que tardas en leer una novela corta, ver un par de películas o echarte una siesta, es un tiempo suficiente para descolocarte totalmente. Cuando sales del aeropuerto te sientes desnudo en medio de lo desconocido. Un Robinson Crusoe urbano sin la compañía de Viernes. Mientras estás en un aeropuerto internacional, ese no lugar que se ha convertido en nuestra casa, sin red ni cobertura en tu IPhone (y sabes que no vas a tener en un buen tiempo) te sientes protegido porque los códigos los conoces, sabes lo que significan los signos, incluso aunque no sepas inglés, sabes por donde tienes que ir, hacia donde dirigirte, hay que salir del avión, pasar el control de emigración, los baños a la derecha, recoger el equipaje. Pequeñas barreras que superas con tranquilidad, automáticamente, tal vez lo de la emigración suponga un poco de nerviosismo según las circunstancias, pero en general llegas a la cinta transportadora del equipaje sin problemas, y la maleta llega antes o después, pero casi siempre llega. En ese momento con cierta alegría y con gran resignación sabes que dentro de nada estarás fuera, en un lugar que no conoces, donde no hablas el idioma, ni las reglas sociales (¿se da propina aquí?), donde no conoces a nadie, fuera del techo protector del aeropuerto, tu último refugio hasta llegar a un hotel internacional dónde están esas personas que entienden cualquier idioma, que seguramente te leen los labios o las ideas sólo con mirarte a los ojos. Después las colas para un taxi, el cambio de dinero (¿cuanto costará un café?). Estás en Rabat, o en Non Pem, en Moroni, o en Jartum, en Da Nang, en Abu Dabi, en Serekunda, en Doha, en lugares a los que puedes llegar en un tiempo que no supera las diez horas. Incluso menos. Países todos ellos con aeropuertos, museos, taxis y hoteles. Lugares donde viven miles de personas, donde hay cientos, miles de artistas, pintores, fotógrafos, escultores, arquitectos, ceramistas, textiles… Donde hay una historia que no conocemos, donde no sabemos el nombre de sus presidentes, ni tenemos ni idea de sus escritores más importantes de los que, con casi toda seguridad, no hemos leído nada. De su cine ni idea. De su música nada. No sabemos nada de la mayor parte de los países de la tierra, no sabemos ni siquiera las guerras que están abiertas en el mundo, más de 30 actualmente.…
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