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Todas las estatuas son culpables

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Pintadas en la estatua de Churchill en Londres, 2020 / Foto: Associated Press

La humanidad sin duda ha evolucionado a lo largo del tiempo. Aunque no siempre lo parezca. En todas las épocas que ya han pasado la voluntad humana se tuerce muy fácilmente y las masas, esas multitudes formadas por hombres y mujeres de muy diversa inteligencia y conocimiento, son siempre fácilmente manipuladas. Tal vez engañadas, incluso convencidas. Es la única explicación para comprender porqué en democracia se vota a partidos que quieren acabar con la misma democracia. Es la única forma de creer que comprendemos cómo nunca hemos aprendido que con la violencia y la ignorancia no se va a ninguna parte.

Vemos en las películas del Oeste americano lo fácil que es linchar a un inocente. Basta que un par de enfervorizados hombres santos, algún borracho o un estúpido con buenas intenciones, suelte una arenga, unos pocos gritos y todo el pueblo corre a la cárcel a linchar a un inocente. Y de repente se descubre que ese no es el culpable y en unos pocos minutos todos cambian de dirección y esa masa, cada vez más iracunda, se traslada al saloon a por otra víctima que tal vez tampoco sea culpable.

Se ve aún en pueblos lejanos: se lincha a un comerciante inocente al confundirle con el violador de una niña. En México y la India han sucedido casos similares recientemente. Posiblemente los linchadores también maltratan a sus mujeres y a sus hijas y consideran a las mujeres objetos de usar y tirar, pero en ese caso concreto no. En ese momento, la ira les ciega, y acaban quemando, empalando, matando a pedradas a un desgraciado que pasaba por ahí. O al culpable, tal vez. Nunca se sabrá.

Era muy fácil colgar y quemar a un negro, violar a las esclavas. Es lo que pasa cuando unos tienen derechos y fuerza y los otros no, no importa el color. Es fácil hacer esclavos en cualquier parte. Porque también hubo un tiempo en el que había esclavos rubios y de ojos azules en Europa. Al filo del primer milenio no fueron pocos los rubios del norte que fueron llevados a las costas africanas, comprados a cambio de unos sacos de especies o unas pocas monedas. No era por raza, era por poder, por vencer una guerra, por ocupar una tierra, por la pobreza de los unos y la avaricia de los otros. Eran otros tiempos.

Tú sabes que la moto, la bici es de ellos, que no tienen seguro, que cobran menos de lo que te ha costado la hamburguesa, pero no te importa

Pero hoy sigue habiendo esclavitud, en las tierras en guerra, entre los emigrantes y refugiados… en las sucias salas de las empresas textiles de Vietnam, India, Corea y cualquier lugar en el que un salario inaceptable sea aceptado.…

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