Son momentos de ruido, de exceso de color, de un continuo exceso de alarmas visuales, de textos que se pretenden originales, de avisos que reclaman constantemente nuestra atención. Como en unas olimpiadas del despropósito, todo lo que se hace parece que pretende ser más llamativo, más original, más brillante, más, más, más… En este torbellino en el que inevitablemente somos arrastrados por corrientes que nos llevan y nos traen y, sobre todo, nos aturden, en una época navideña llena de anuncios, frases hechas, músicas y disparates, un anuncio me ha llamado la atención. Es un anuncio en el que no se anuncia nada, en el que no hay ningún ruido, ni siquiera música, ningún color estridente. Un conocido banco (que acostumbra a hacer unas campañas singulares, pero con su marca y color bien visible y eslóganes más o menos originales) nos regala el tiempo que dura el anuncio para que meditemos, para que pensemos, para que descansemos la mirada. Este anuncio de nada, una laguna silenciosa en medio de un desierto abrasador de ruidos y sandeces, destaca por su eficacia. No me engaño, sé que es una argucia publicitaria: un banco con un cliente supuestamente especial, elitista, diferente, con un punto excéntrico e intelectual, que busca algo diferente, refuerza su imagen diferencial con un anuncio en el que no habla de él y sus bondades. Sabe que eso hoy en día es inútil y saber que en medio del ruido sólo el silencio se puede hacer notar. Resalta, en definitiva, la diferencia. Es un gesto inteligente en medio de una multitud de tonterías.
¿Seguimos siendo capaces de pararnos un momento y pensar?
En la prensa en papel el anuncio se repite con una página en blanco y un mínimo texto, espacio para pensar… o para meditar, entre guerras, recortes y ruinas, corrupciones y vergüenzas sin límites. Más que un anuncio parece un reto. ¿Seguimos siendo capaces de pararnos un momento y pensar? ¿Somos capaces de distinguir entre todo lo que nos rodea las causas de sus efectos? ¿O el ruido sirve para que dejemos de oír, para que anulemos los sentidos? Necesitamos un espacio en blanco para darnos cuenta de que hay que parar un momento y pensar, meditar, volver a ser nosotros mismos los que pongamos las palabras en nuestras bocas y las ideas en nuestras cabezas. Nuestros actos vendrán a continuación.
Aunque estemos en contra de la censura, en contra de los regímenes dictatoriales, aunque creamos que Ai Weiwei debería ir adonde quisiera, ser libre de hacer y de decir, no vamos a participar en ningún flash mob bailando el gangnan style ni nada parecido.…
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