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Te quiero tanto…

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Roy Lichtenstein, Kiss II, 1963
Roy Lichtenstein, Kiss II, 1963

¡Ay, el amor! Todo lo podríamos hacer por amor. Locuras, lo más increíble, lo que nunca podríamos imaginar. Por amor daríamos la vida… ¿de verdad daríamos la vida? Paremos un momento y enfriemos los sentimientos, hay muchos tipos de amor (a los padres, a los hijos, a los amantes, parejas…) pero todos parecen confluir en un lugar donde no existe nada más que ese sentimiento caníbal que todo lo devora. Por amor mentimos, traicionamos nuestros principios… y lo peor es que como el amor es ciego no somos conscientes, no vemos lo que hacemos. Porque en ese estado de levitación amoroso no hacemos casi nada de la forma correcta. “Y es que te quiero tanto…” debió pensar Françoise Fillon cuando puso a su mujer Penélope y a sus hijos en puestos con sueldos públicos, puestos en los que realmente nunca trabajaron. Donald Trump nombra asesora a su hija Ivanka, poniéndole despacho en la Casa Blanca, para que le asesore en cómo gobernar el mundo, a ella que no tiene experiencia ni conocimientos de ningún tipo… pero es por amor. Son todos puestos de confianza, que pagan los Estados, pero ¿en quién confiar mejor que en tu mujer y en tus hijos? ¡Les queremos tanto…!

En política ya está claro que es el amor el que guía a los políticos a la hora de nombrar asesores, pero parece que en arte también. Y nos enteramos, no sin cierto rubor, que en los dos eventos principales del arte contemporáneo en este año, sus comisarios principales también están ciegamente enamorados. Christine Macel, comisaria de la Bienal de Venecia, y Adam Szymczyk, comisario de la Documenta 14, están enamorados, hasta el punto de que les parece lógico, natural y bueno en esencia que los objetos de su amor estén presentes en sus selecciones curatoriales.

Parece que los dineros privados son más meticulosos y fríos que los públicos, en la empresa privada casi que no queremos a nadie, no nos enamoramos tan ciegamente

A Christine Macel le gustó una de las piezas de su novio, el italiano Michele Ciacciofera, para su exposición veneciana Viva Arte Viva. Adam Szymczyk incluye también a su pareja, la coreógrafa Alexandra Bachzetsis, en el programa de performance de Documenta. No dudamos de que sean unos artistas interesantes, el hecho es que no conocemos a ninguno de los dos, pero la pregunta es: ¿eran imprescindibles sus presencias en estos eventos? ¿Son tan indiscutibles que sus enamorados no han podido prescindir de ellos ni por un momento?…

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