En estos momentos en los que al parecer el mundo se acerca a toda velocidad a su final resulta sorprendente que, más allá de la voracidad del consumo, vivimos la mayor etapa de producción de la historia de la humanidad. Hay una superproducción de todo, menos tal vez de lo que más necesitamos. Porque sencillamente tal vez a muchos les falta comida, medicinas, casa, pero por cada una de esas carencias sabemos que hay miles de casas vacías, que no se alquilan ni se venden ni se utilizan, y que finalmente se estropean hasta tal punto que solo son una ruina sin historia.
Sabemos que toneladas de comida se estropea antes de llegar al mercado, que los propios productores la destruyen por no llegar a acuerdos en los precios de venta, porque el transporte es más caro que el producto que se transporta, porque hay zonas del mundo con superabundancia y se desperdicia más de la que haría falta para que ese otro mundo que muere de hambre pueda comer. Todo esto lo sabemos hasta tal punto que al no ser nada nuevo ya ni nos parece importante.
Y todo lo anterior es lo realmente importante, pero lo irónico es comprobar que esa superproducción absurda llega constantemente a todos y cada uno de los rincones del mundo. De hecho, vivimos en una sociedad que no se entiende sin unos habitantes que se esfuerzan cada día en producir algo que, seguramente, no sirva para nada ni a nadie.
Este mismo texto que tal vez alguien está leyendo en este momento no tiene ninguna necesidad de haber sido escrito. Es, simplemente, un texto que sobra, que no sirve para nada, que podría perfectamente haberme ahorrado… pero cada semana escribo uno por lo menos, y muchas veces más de uno, que igualmente no sirven para nada, tal vez para alimentar algún ego, y para que yo pueda pagar unas facturas absurdas por cosas que son una necesidad y que no se deberían cobrar, pero que sirven para que otra mucha gente pueda vivir… y así alimentamos al monstruo.
Una sobreproducción de información no deseada que no sirve para nada y que, como una avalancha de nieve, amaga con ahogarnos y absorbernos y acabar anulándonos
Cada día recibo una media de 150/300 mails en mi correo electrónico. En su mayoría son informaciones sobre exposiciones, inauguraciones, montajes, ferias, homenajes, actividades, concursos, y todo tipo de actividades artísticas, editoriales y similares de todo el mundo.…
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