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Suicidios

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Manuel Domínguez. La muerte de Séneca, 1871.

Son muchos los artistas que se han suicidado a lo largo de la Historia del Arte. Incapaces de aguantar la vida con su fealdad y su dolor. Seres frágiles y doloridos que no pudieron aguantar más. La gota que colmaba el vaso de su aguante posiblemente sería lo más inexplicable, desde un amor contrariado a una temporada inacabable de lluvias y frío, la incomprensión de su galerista, en definitiva el rechazo, el dolor, la soledad, la propia y terrible vida. Pero no conocemos casos, al menos no son célebres, de espectadores suicidas. El público al parecer ni siente ni padece, paga o no paga la entrada, va a la exposición o al museo o no va, pero nada sabemos de su sufrimiento. Pintores, poetas, fotógrafos, músicos,  han acabado abriéndose las venas, bebiendo absenta hasta que su hígado se rindió, tirándose de cualquier puente, ahorcándose en algún árbol famélico… Pero nada sabemos de médicos, oficinistas, modistas, secretarias, estudiantes que después de asistir a una feria, a una exposición, a las salas del tercer piso de algún oscuro museo, llegaron a sus casas y en un último esfuerzo decidieron meterse en la bañera de agua caliente con una cuchilla de afeitar, se tomaron todas las pastillas suficientes para no tener que preocuparse nunca más por nada. No sabemos nada de todos esos soldados del arte y la cultura que no pudieron aguantar más, desde las trincheras del arte, la soledad ni la fealdad del mundo, que no encontraron ayuda ni siquiera en la obra de los pintores suicidas, ni en la de los poetas que murieron, antes que ellos, de soledad y melancolía.

Todos podemos ser suicidas si nos presionan un poco

Posiblemente ustedes, hipotéticos lectores, nunca han pensado en esto, nunca pensaron que la gente común, es decir todos nosotros, también se suicida porque no aguanta más la fealdad de este mundo. Como los artistas. Y es que Joseph Beuys nos enseñó que todos y cada uno de nosotros lleva un pequeñito artista dentro, tal vez ya éramos en ese preciso momento una liebre muerta más y no llegamos a entender la Historia del Arte. Ha tenido que ser un artista desconocido, es decir cualquiera, en este caso un israelí, quien nos lo ha demostrado hace unos días a la entrada de Jerusalén, donde se está construyendo un puente más de Santiago Calatrava. Es un puente pequeño, modesto incluso, por el que en su momento pasará un tranvía.…

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