Hace más de cuatro años que vivo inmersa en un mundo exclusivamente de mujeres, del que asomo la cabeza solo en circunstancias de urgencia profesional o exigencias perrunas. No solo es que tenga dos hijas, una hermana, una perra y el recuerdo y la presencia de las tres mujeres excepcionales e inolvidables que me ayudaron a empezar a ser yo misma mujer: mi bisabuela, mi abuela y mi madre. No, se trata de un proyecto de investigación que, a través de diferentes y pequeños grupos de críticos, historiadores, diseñadores y documentalistas, estamos llevando a cabo ya desde hace un tiempo que me empieza a parecer infinito. El resultado de este proyecto será un diccionario en dos volúmenes (el primero ya está en las librerías, y el segundo empieza a tomar forma, al menos en mi cabeza y en la del diseñador) de un conjunto bastante amplio de mujeres artistas. El volumen I lo abre la primera mujer que firmó una ilustración en un códice, demostrando así su interés en que todos, desde ese día hasta la eternidad, supieran que ella, una mujer, había sido la autora de ese dibujo, y que por lo tanto era parte de la historia de la representación, del arte y, algo que ella aún no se podía imaginar: inauguraba un listado infinito de mujeres que a lo largo de los siglos dibujarían, pintarían, diseñarían, harían esculturas, edificios, fotografías y todo tipo de cosas impredecibles que suelen engrosar una idea abstracta llamada arte. Al final de esa línea histórica estamos nosotros; el joven equipo de escritores e investigadores y todos los demás, muchos, que nos ayudan, nos apoyan y nos aguantan.
Faith Ringgold, después de toda una vida de artista, ha conseguido su primera gran exposición a los 93 años
En estos años mi obsesión, eso que ahora llaman “toc”, se ha convertido en algo más que una sombra. Veo mujeres por todas partes. Descubro mujeres en todas partes: periódicos, márgenes de libros, películas, redes sociales…, mujeres que hicieron algo en el mundo del arte (también, por extensión, en otros terrenos) sorprendente, insospechado, excelente. Mujeres que nunca he visto en una exposición en un museo, ni de las que he leído su nombre en ninguno de los libros que he estudiado en mis carreras universitarias, ni de las que nadie me ha hablado. Ahora aparecen por todas partes, se les hacen exposiciones, a muchas ya después de muertas, a otras casi en sus últimos días en este mundo cruel.…
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