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Sobre bestias, soberanos y directores de museos

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libertad de expresión

Ines Doujak. Not dressed for conquering, 2015

En apenas un par de días hemos asistido en España, en un lugar que a fuerza de querer ser independiente se ha demostrado absolutamente servil, a una demostración de lo que se entiende en el mundo del arte por independencia, autoridad, libertad de expresión, respetos democráticos, y falta de profesionalidad. Así, en un plis plas, han desfilado por delante de un público inocente y sorprendido todas las posibilidades de la estupidez. Primero se anuncia inauguración (200.000 euros de vellón entre dos museos, uno alemán y otro catalán, este último al parecer escaso de recursos) de una exposición profundamente mainstream internacional, en el MACBA, cuyo director Bartomeu Marí debía conocer su contenido con alguna anterioridad, sobre todo porque los comisarios españoles de la muestra guardan una estrecha relación con el museo que dirige (Valentín Roma y Paul B. Preciado, comisaria antes conocida como Beatriz Preciado). Al día siguiente de que todos los medios se hiciesen eco de la inauguración, el museo avisa que se suspende la exposición por contener alguna obra que podría atentar contra la sensibilidad de la monarquía (concretamente una escultura en la que el anterior Rey de España es sodomizado por una mujer que a su vez lo es por un animal que parece un conejo). La obra y su autora alcanzan en esas 24 horas el mayor nivel de conocimiento que seguramente alcanzará en toda su historia. A partir de ese momento todo el mundo protesta por la censura, por la autocensura, por la falta de censura previa, porque si nadie se ha dado cuenta, porque tal vez no le importaba a nadie, porque algunos no se habían dado cuenta de que era el ex rey, y porque, al parecer, otros no se habían dado cuenta de que el tercero era un conejo, incluso alguno parece ser que no se habría dado cuenta de que era un acto aparentemente sexual. A estas horas ya todos nos hemos dado cuenta de todo, por cierto. Mientras unos decían “yo soy el conejo”, otros decían “yo soy el comisario”, o incluso “yo soy el director”, y alguien un poco desfasado pensaba que “je suis Charlie Hebdó”, el director del MACBA ponía su puesto a disposición del Patronato o del Comité o de quien sea que puede despedirle, como si esa entidad o persona no le pudiera despedir en cualquier momento al margen de que él ponga su puesto a su disposición, a no ser que sea una nueva forma de dimitir, algo que sería cuando menos sorprendente.…

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