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¿Qué fue de…?

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Mariko Mori, Birth of a Star, 1995

El tema de la desaparición de alguien querido o deseado, la ausencia, ese hueco que el paso del tiempo dejó vacío, solo los poetas han sabido abordarlo con la delicadeza y el respeto preciso para que no parezca una información de sucesos. De esas búsquedas de alguien que desapareció sin dejar huella, que un día fue a por tabaco, o salió de casa diciendo “vuelvo enseguida” y nunca más se supo nada de él o de ella. ¿Qué fue de aquel amigo de juventud que nos llevaba en Vespa, que jamás pidió nada, y del que un día no supe nada más? Se llamaba Ramón. Seguramente su vida siguió adelante como la de cualquier otra persona, pero para mí un día se esfumó para siempre. Seguramente como yo para él. No supe nunca nada más ni de él ni de su Vespa.

Tantas amigas que parecía que serían para siempre y se han perdido como libros prestados, como cajas de mudanzas que desaparecieron misteriosamente. Pero si no hemos llegado a saber dónde fueron las cartas (los mails) que nunca llegaron a sus destinatarios, si ni siquiera sabemos qué pasó con esos calcetines que una mañana de domingo metes en una lavadora y ya nunca más vuelves a ver, si no sabemos qué pasó con todos los besos perdidos… Son cosas que se pierden, que mejor olvidar.

Son cosas que se pierden, que mejor olvidar

Pero hay otras pérdidas. Otras ausencias que casi no echamos de menos porque se llenan de inmediato, casi que la nueva presencia echa a la anterior a empujones para ocupar su sitio. Pasa con la película de moda, el actor de culto, el ganador del Premio Planeta, ese artista que ya parece el vecino del cuarto porque lo encontramos hasta en la sopa… Por ejemplo, es lo que pasa con los ganadores de Eurovisión, prácticamente nadie sabe cómo se llama el ganador del año pasado. Y si hubiera en algún examen una pregunta que fuera quiénes han representado a tu país en Eurovisión en los últimos cinco años todos lo suspenderíamos. Y si cambiamos “Eurovisión” por la Bienal de Venecia, también. No solo el odio es más fuerte que el amor, sino que el olvido es más persistente e invasivo que el recuerdo. De hecho, hay una enfermedad que nos hace olvidar hasta quienes somos, pero no existe ninguna infección, nada que la ciencia haya detectado, que nos devuelva los recuerdos perdidos.…

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