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Puede ser arte

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repeticion

Óscar Bony. La familia obrera, 1968.

Desde que el arte actual decidió abrir las puertas y dejar la entrada libre a todo lo que parecía, era o podía considerarse nuevo, diferente, radical, asistimos entre sorprendidos y encantados a las mil y una caras de la imaginación, la repetición, la inteligencia y la estupidez. El problema es que todo puede ser arte. Todo puede ser etiquetado como arte, porque en la idea de lo nuevo, en la teoría de que todo lo que puede ser el origen de un impacto sensorial e intelectual es arte (como demostró Robert Hughes en su excelente serie para televisión) cabe prácticamente todo. Sólo hace falta que el tiempo, con su paso, nos diga si realmente fue un impacto real o un impacto coyuntural, programado… O tal vez basta con que un teórico desaprensivo lo certifique. La única realidad es que ya no estamos seguros de casi nada, y ante la duda aceptamos todo.

No hay más que decir. Puede ser arte

Hace tiempo que lo cotidiano, el enfrentamiento entre lo épico y lo vulgar, la simple normalidad de lo anodino, lo vulgar, lo feo, tiene ya categoría artística. Hasta aquello que Kant decía que era lo único que nunca alcanzaría este estatus, lo repugnante, lo sucio y asqueroso, hace ya tiempo que duerme divertido en los almacenes de los grandes museos del mundo. Y por lo tanto, como tan cínicamente se ha aceptado, si el canal-arte lo acepta, entonces, señores y señoras, es arte. No hay más que decir. Puede ser arte.

¿Realmente no hay nada más que decir? ¿No tiene el sentido común un lugar en este territorio común? El criterio personal, obviamente, no tiene rango de ley, sino solamente valor de fe. Podemos creer o no creer que una mierda (una mierda en el sentido literal, humana para más detalles) serigrafiada sobre un azulejo de cerámica sea considerada una obra de arte digna de estar en un museo junto con las pinturas y esculturas que conforman la historia del arte…, pero si está en la entrada de una de las salas de la Documenta va a ser difícil negarlo (el autor era Wim Delvoye). Pero si salimos de lo visceral para llegar a lo íntimo, o si –en otras palabras, salimos del cuerpo para entrar en el alma, hace décadas que la vida privada, amores y desamores (Marina Abramovic, Nan Goldin y un infinito etcétera…) forman una historia paralela del arte contemporáneo: una especie de revista del corazón que ha marcado nuestra formación sentimental.…

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