Yo no sé ustedes, pero yo vivo en una permanente desazón. Algo parecido a cuando viajas en un barco y empieza una tormenta que te impide agarrarte a nada fijo: te mueves en todos los niveles y direcciones a la vez, haciendo que tu estómago viaje en una dimensión y tu mente en otra, lo que produce diversos grados de mareo y, sobre todo, una gran incertidumbre. Ese barco se llama vida y, sinceramente, creo que la tormenta arrecia en los últimos tiempos. Para resumir: me siento como el comandante Tom de la canción de David Bowie, perdida en el espacio y sin posibilidad de volver a tierra firme. Es la incertidumbre. Cuando opté por el mundo de la cultura en lugar de por el de la ciencia, una de las razones fue esta: el principio de incertidumbre, la optimista idea de que en ciencia el hombre es un observador, mientras que en arte, literatura, música… somos actores, que la cultura era un territorio incierto, híbrido, en el que casi todo podía suceder; y si zozobraba en cualquier cosa, no sería la única e incluso que tus dudas podían ser muestra de una rica creatividad y tus errores no causarían ni heridos ni muertos, tal vez sólo un incierto malestar. Como decía William Kentridge, en este territorio te puedes equivocar en casi todo, que todo sirve, todo se puede aprovechar para crecer, para convertirse incluso en otra cosa.
Han pasado muchos años desde aquella decisión, que ahora sé que no fue mía sino que era la única opción real, y también sé que la incertidumbre está en todo, que es el aire que respiramos, la vida en estado puro. El principio de incertidumbre define todo lo que las estadísticas no pueden nunca saber, la razón ultima de la humanidad, está en el origen de la debilidad y de la grandeza, es la semilla del amor y el eje central del deseo. No podemos estar seguros de nada, todo es incierto y por ahí se cuelan todas las creencias, pues todas son ciertas y a la vez falsas, en su imposibilidad de ser demostradas. Todo lo visible es irreal, a veces incluso imposible, no podemos razonar y demostrar nada pues nada podemos saber con total certeza. No hay mejor aproximación al arte que esto. De hecho, no hay mejor forma de entrar en el estudio del pensamiento humano que por esta puerta que no sabemos realmente para dónde abre, si para adentro o para afuera.…
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