anterior

Pies, ¿para qué os quiero?

siguiente

Gunnar Smoliansky, Södermannagatan, 1959

Esta frase, que es una expresión que anima a escapar, a salir corriendo (“por pies”) de una situación o de un lugar, es también realmente una pregunta. Los pies, nuestros pies, son el principio y el fin, son también una unidad de medida, un símbolo erótico que da origen a toda una tendencia fetichista que aparece constantemente en el cine, en la poesía, en la literatura. El foot fetish, podofilia. El pie y el calzado, una mujer con zapatos de tacón de aguja, rojos, es mucho más que un símbolo para los hombres. Luis Buñuel sabía mucho de esto y en sus películas aparece con frecuencia, pero, al mismo tiempo, Buñuel detesta los pies, le parecen repugnantes. En una relación sexual hay más de un punto culminante; besar los pies, chupar los dedos es uno de ellos.

Los pies de Jesús son tema de adoración en la pintura y en la poesía religiosa. Igual que los pies de la Virgen…. Miles son los poemas en los que los pies son ensalzados, como dos copos de nieve, dos golondrinas, “dos pies que caben en un solo beso”. Los pies son elementos contradictorios, el principio y el fin, adorados y escondidos. “Nacer de pie” indica suerte, pero, si en el parto el bebe “viene de pies” y no de cabeza, peligra la vida de la madre y del hijo. Pero en la vida “ir de cabeza”, es andar como loco, desnortado. Los pies fuertes del guerrero, sangrantes del peregrino, la base de las columnas que sostienen a Atlas que lleva el mundo sobre sus hombros. Pero gráciles y livianos como los de una gacela cuando hablamos de los pies de “ella”.

Iba, en un paso rítmico y felino
a avances dulces, ágiles o rudos,
con algo de animal y de divino
la bailarina de los pies desnudos

Ruben Darío (fragmento de “La bailarina de los pies desnudos”)

Si para parecer hay que padecer, como decían mis abuelas, es verdad, las mujeres empezamos por los pies

Los pies sirven, sobre todo, para bailar. Para movernos libremente, para correr. Para andar y recorrer el mundo y la vida (“…. Tus pies caminen en mis pies, tus pies.” Juan Gelman, Oración). Parte esencial, únicos e irremplazables, sin embargo, les castigamos desde el principio con herramientas de tortura de todo tipo, desde las mujeres orientales a las que se les desfiguraban (no hace tanto tiempo) los pies con “zapatos” de hierro para que siempre fueran pequeños como dos mariposas… pero las mariposas no pueden andar y esas mujeres cojas por el deseo de los hombres tampoco podían apenas moverse.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete