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No te olvidaré

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olvidaré

René Magritte. The lovers, 1928

Cerca de mi casa, un incierto lugar en el campo, sin muros donde hacer la guerra ni el amor, han escrito en el suelo una simple frase de tres palabras “no te olvidaré”. Hace años que está ahí, sobre un adoquinado vulgar, sin énfasis, sencilla. Siempre me ha gustado esa ausencia de adverbios, de adjetivos. Me gusta que no diga “nunca te olvidaré” ni jamás, ni para siempre… así, humildemente, parece más sincero. No te olvidaré. No sabemos si la escribió un hombre o una mujer, seguramente un adolescente. Supongo que será una despedida veraniega, de esas que siempre sucedían en septiembre cuando aún no habíamos cumplido los 15. Esa persona ya será adulta y tal vez haya olvidado, si no todo, sí lo suficiente. Ese tipo de olvido viene con la edad. Pero aquel deseo, aquella afirmación sigue indeleble escrita en el suelo de la calle central de este micropueblo, amago de barrio entre lo urbano y lo rural. No se borra con la lluvia, ni con la nieve ni con el paso de los niños con bicis y perros, nadie le ha añadido una coletilla burlona. No sé si es respeto o es que nadie mira el suelo, pero esta pintada humilde y desesperada sigue ahí, en el suelo, afirmando lo imposible. Hace tiempo leí en un periódico una de esas frases que no dicen nada pero pueden acompañarnos siempre, una cita en la cabecera del diario que decía algo así: “no me hacen falta tus recuerdos ni tus fotos para acordarme de ti”. Un poco más elaborado, seguramente un adulto, seguramente un escritor, pero es otra forma de decir lo mismo: no te olvidaré. No me olvides tú tampoco.

Olvidamos tantas cosas… de esos olvidos se alimenta la literatura

¿Cuánto hemos olvidado nosotros? Cuánto hemos olvidado con el paso de los años. No sólo hemos olvidado a nuestros amores de ayer o de antes de ayer. También olvidamos lecturas y viajes, sensaciones y deseos, olvidamos nuestros objetivos, nuestros sueños. Olvidamos tantas cosas… de esos olvidos se alimenta la literatura, el arte, de esos sueños perdidos. Es el paso del tiempo y todo lo que arrastra con él, el gran tema de nuestra cultura, por supuesto de la música pero también de todas nuestras manifestaciones. Esa sensación de pérdida, esa necesidad de rellenar huecos. Todo se resume en ese incompleto pero perfecto “no te olvidaré”, en esa promesa que solamente nos hicimos a nosotros mismos y que posiblemente hayamos cumplido, porque si el paso del tiempo, el olvido, es el gran tema que nos empuja a repetirnos continuamente, la memoria es la protagonista de cualquier historia.…

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