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No hablemos nunca más del pasado

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memoria

Masaccio. La expulsión del paraíso, 1427

Es algo inevitable cuando se tiene pasado, cuando se tiene memoria. Hablar del ayer. De lo que pasó. ¿Te acuerdas cuando…? Pero no, no se acuerdan. Nadie se acuerda ya de lo que pasó, incluso aunque estuvieran presentes, mucho más si ni siquiera lo vivieron. Nadie quiere saber nada del pasado. No deberíamos hablar nunca más del pasado. Primero porque nos hace parecer viejos, nada que ver con lo que antes significaba tener experiencia y conocimiento, ahora lo que sucedió ayer, la historia, un conocimiento extenso, no son apreciados, incluso hablan mal de nosotros. Lo que hay que saber es cuál es el último acontecimiento en cultura urbana, quién ha sido el ganador de la convocatoria más reciente en el lugar más inconcebible. No se trata de lo nuevo, estamos hablando de lo último. De lo que todavía no ha acabado de pasar. No importa lo que sucediera en la feria de Basilea de 2015, eso ya no le importa a nadie, ya pasó y a continuación se olvidó. Nadie se acuerda de quien representó a su país en la Bienal de Venecia de hace cinco años, hay que buscarlo en Google, que se ha convertido en la memoria universal, igual que la Wikipedia ha sustituido a la Enciclopedia Británica en los cánones de conocimiento.

No tener memoria, haber borrado casi todo el disco duro, puede ayudarnos a comprender la existencia

Cuando hablamos del pasado con alguien que no quiere saber nada del pasado, de nada que sucediera más allá de ayer por la tarde, notamos un gesto de conmiseración en su rostro, como si le diéramos pena. No entienden porqué insistimos en que ese artista es simplemente una copia de aquel otro que triunfó hace décadas. No entienden, al parecer, el concepto copia, ni imitación. Por supuesto historia es sinónimo de ficción, de cuento chino. Todo es nuevo, no hay pasado luego nadie copia a nadie ni imita a nadie. Todo está recién hecho, ciertamente todo parece que aún no ha sido acabado. No tener memoria, haber borrado casi todo el disco duro, puede ayudarnos a comprender la existencia de las ferias y, sobre todo, a esos compradores que se abalanzan ávidos de novedades sobre malas copias de artistas ya olvidados. Aquellos que todavía recuerdan casi todo lo que han visto en sus vidas y en sus viajes alrededor del mundo, de feria en feria, de museo en museo, de bienal en bienal, de exposición en exposición, suelen pasear juntos comentando lo que ven en código de juego.…

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