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Barbara Kruger. Your comfort is my silence, 1981.

Tengo que reconocer que cada vez que algún premiado rechaza el premio, me entra una especie de alegría salvaje y pienso: “sí señor, así se hace, que se lo coman”. Claro que si me lo dieran a mí igual lo aceptaba. El ego te hace esas malas pasadas. Ahora parece que en España vivimos una epidemia que afecta a los premiados de los Premios Nacionales de Cultura, en sus ramas de fotografía y música, pero que no han sido los únicos. Jordi Savall, Premio Nacional de Música, no ha aceptado el galardón ni su dotación económica; en su carta de renuncia dice, entre otras cosas, “¿cómo podía aceptarlo viniendo de la mano de una institución que desde tiempos inmemoriales ha dado la espalda a los músicos y especialmente al patrimonio musical histórico del país?”. Es una carta larga y brillante, en la que afirma estar convencido de que “el arte es útil a la sociedad” y en la que termina diciendo que “creo como Dostoyevski, que la belleza salvará al mundo, pero para eso es necesario vivir con dignidad y tener acceso a la educación y a la cultura”. Se refiere Savall a los recortes que están dañando muy gravemente tanto a la educación como a la cultura. Para él sería no sólo una hipocresía sino una traición aceptar un premio y el dinero que conlleva, en un país que le niega el pan y la sal todos los días a cientos de músicos y artistas y a una sociedad a la que se le está tapando los ojos, los oídos y la boca. No podríamos estar más de acuerdo. Por su parte, Isabel Steva Hernández “Colita”, la ganadora del Premio Nacional de Fotografía, en otra carta en la que agradece el reconocimiento al jurado, se niega a aceptarlo porque dice no conocer ese ministerio de cultura, educación y deporte que le da el premio, ni dónde reside, y culmina con “no quiero estar en la foto con usted, señor Wert”. Otros antes, por similares razones se han negado a aceptarlo, pero nunca dos en el mismo año. Un año que está siendo macabro en todos los aspectos humanos y sociales en España. Rápidamente ha habido quienes contestan diciendo que es la institución y no los partidos o los ministros quienes dan los premios, que hay jurados muy cualificados detrás…Bien, a eso es fácil contestar: las instituciones están representadas por las personas que ejercen los cargos, y cómo lo ejerzan define a esas instituciones.…

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