El próximo diciembre se sabrá cuál de los 4 finalistas del Premio Turner será el ganador, se llevará 40.000 libras (que para esa fecha ya no sabemos cuántos euros serán) y entrará a formar parte de un listado de ganadores encabezados por Damien Hirst o de finalistas como Tracey Emin, y otros que ya no recordamos, todos ellos igual de volátiles y prescindibles. Realmente me da igual quien gane, como me da igual quien gane el premio de pintura local de Covadonga o el de las Islas Feroe, porque hay que aclarar antes de nada que el Turner es un premio británico, para artistas británicos menores de 50 años, es decir, bastante local. Sí, ya sé que “local” no tiene igual sentido si hablamos de Londres o de Saltillo, de Cuenca o de Nueva York. Y es de esas comillas que enmarcan un poco más arriba la palabra local de lo que quiero hablar hoy, y de verdad no es fácil. El Premio Turner es un cúmulo de contradicciones en sí mismo. En primer lugar es para artistas jóvenes, lo que en Gran Bretaña se resuelve en “por debajo de 50 años”, en España sería menor de 25 años. Es decir, a los nacionales nos parecen tirando a ya un poco mayores. Sin embargo, parece ser que es un premio internacional de gran prestigio del cual “todo el mundo” habla. Pues no es internacional, sino local. Y ese todo el mundo que habla de él se reduce al núcleo más o menos duro de un sector minoritario y elitista, una especie de burbuja, un satélite artificial a punto de despegar de la tierra a la que sólo está conectado por una manguera que le carga la gasolina.
Sorprende ciertamente que el jurado esté compuesto por primeros nombres de la actividad expositiva y museística internacional: Michelle Cotton, Director de la Bonner Kunstverein, Bonn; Tamsin Dillon, comisario; Beatrix Ruf, Directora del Stedelijk Museum, Amsterdam; y Simon Wallis, Director del Hepworth Wakefield, todos ellos bajo la dirección de Alex Farquharson, Director de la Tate Britain. Bueno, pues todos ellos han elegido a cuatro artistas todos ellos con exposiciones internacionales y bien situados en eso que se viene a llamar circulo concéntrico del arte de hoy: Michael Dean, Anthea Hamilton, Helen Marten y Josephine Pryde, todos ellos destacados por ser de “una calidad excelente” y por estar “social, política y culturalmente comprometidos”, explicó la comisaria de la exposición de los finalistas, Laura Smith, en declaraciones a la prensa.…
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