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Mujeres, otra vez

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Eugène Delacroix, La libertad guiando al pueblo, 1830

Como seguramente saben el 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Su origen se remonta al 8 de marzo de 1857, fecha en la que un grupo de mujeres trabajadoras del textil protestó por vez primera en Nueva York por sus bajos salarios. En 1908, también en Nueva York, las mujeres protagonizarían una polémica huelga por sus derechos laborales, uno de los resultados de esta huelga fue la muerte de más de 100 mujeres en un incendio provocado (al parecer por el dueño) en una fábrica textil. En 1910 se declaró a este día, 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Hoy se celebra como el Día Internacional de la Mujer, en una evidente devaluación del sentido real de esta celebración. Ciento sesenta y siete años después de esa primera huelga las mujeres seguimos siendo empleados de segunda categoría, aunque nuestra preparación y nuestro tiempo de trabajo sea mayor. Ciento nueve años después del asesinato de esas 100 obreras en huelga, la cifra de mujeres asesinadas por sus parejas y exparejas sube año tras año. Podríamos afirmar que es la primera causa de mortalidad femenina exceptuando enfermedades.

No sólo cobramos menos que los hombres en todo el mundo, sino que los peores trabajos, los peor pagados, los hacemos nosotras

No sé a ciencia cierta si ahora los hombres matan más mujeres que antes o si es simplemente que ahora se habla más del tema; pero la realidad es que debido al nivel de asesinatos que suceden en México o en Guatemala o en la India, o en toda las guerras, en todo el mundo, se ha acuñado el término “feminicidio”; y que en un país tan desarrollado como Inglaterra, una de cada cuatro mujeres sufre malos tratos, violencia de género, a lo largo de su vida. Sobre violaciones, abusos sexuales y otras barbaridades las estadísticas se disparan siendo absolutamente espantosos los resultados. Por otra parte, no sólo cobramos menos que los hombres en todo el mundo, sino que los peores trabajos, los peor pagados, los más esclavos, los hacemos nosotras, sin que los sindicatos (dirigidos por hombres) tengan en cuenta nuestras reivindicaciones.

Sin embargo, y por todas estas razones, el feminismo se ha convertido casi en un insulto, una mala cosa. Las reivindicaciones de la mujer están mal vistas en una sociedad estructurada por los hombres, aunque sostenida por las mujeres. La política de corrección exige paridad en los cargos, en los gobiernos, en las representaciones, alzándose las voces más “reivindicativas” cuando esta paridad no se da, como en el caso del primer gobierno de Tsypras en Grecia o de Trump en USA.…

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