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Muerte en Venecia

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Jessica Craig-Martin. Detalle de Red Ball Plaza Hotel, New York, 2000.

Hace muchos años que las cosas ya no son como solían. Naturalmente en gran medida se debe a esa enfermedad que se adquiere con los años y que se llama experiencia, con ataques agudos de conocimiento y cierta mezcla de escepticismo, contra la que no hay un tratamiento certero. Pero además de ser una enfermedad es un síntoma, un síntoma de que el mundo del arte, la idea de cultura, ha cambiado. Me di cuenta hace unos años cuando la prensa cultural empezaba a hablar de Venecia como de una feria de arte, al principio creí que era una ironía del autor, pero enseguida me di cuenta de que esa percepción errónea de lo que había sido la Bienal de las Bienales se extendía. Y te encontrabas con coleccionistas, asiduos de ferias y eventos artísticos que se lamentaban de que no habían podido comprar nada en Venecia, o de que les gustaba más la Bienal de Basilea que la de Venecia. Entrábamos en una situación irreversible: la proliferación absurda de ferias y de bienales en paralelo había, por así decirlo, fundido los fusibles y ya no se diferenciaba entre lo que era una feria (un mercado para especialistas) y una bienal (un proyecto curatorial, o varios conjuntos, que definen una visión concreta del arte en un momento determinado). Pero naturalmente la posibilidad de poder estar exponiendo en Venecia o en Basilea seguía siendo algo muy difícil de conseguir, ni se aceptaba a todas las galerías en Basilea ni a cualquier artista o cualquier país en Venecia, donde sólo tienen pabellón propio los países tradicionales, no los nuevos ni emergentes. Por ejemplo los latinoamericanos no tienen pabellón propio, ni Portugal. Ni por supuesto los asiáticos ni los árabes.

Hoy 15 minutos de gloria cuestan 200.000 euros. Con Warhol eran gratis

Pero, como ya decía más arriba, las cosas ya no son como solían. Ahora cualquiera que tenga un poco de dinero puede estar presente en Venecia. Estar en Art Basel sigue siendo más difícil. Y cuando digo que cualquiera puede organizar su exposición, tener presencia propia en Venecia, digo cualquiera que pueda pagar un alquiler de un palacio, porque al final todo se centra en la vieja rivalidad entre los propietarios y los que sólo alquilan. Los países tradicionalmente destacados, son propietarios de sus pabellones. El resto se busca la vida, un palacio, una iglesia, un almacén, y lo alquila, y además siempre nos queda el arte público como ultima opción.…

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