anterior

Muchas gracias, pero no

siguiente
desprecio

Selfie en Los Oscar

Ahora que estoy viendo la entrega de los Oscars, los premios por excelencia, siempre pienso en todos los premiados que han dicho “no, gracias” o los que ni siquiera han dicho “ahí os pudráis todos”. Son mis favoritos. Gente que como Luis Buñuel pensaba que era la peor de las pesadillas que se pueden hacer realidad. Esa gente famosa y rica que dicen que no quieren fiestas, ni nervios, ni etiquetas, ni hacer el payaso… nada de nervios, nada de reivindicaciones, ni Ucrania ni Venezuela, simplemente nada. Silencio. Y por favor, nada de eso de “no puedo aceptar un premio de un país/gobierno/sociedad que apoya la guerra/margina a la mujer/a los gays/como carne/fuma/o se muerde las uñas”. No, por favor, seamos un poco elegantes. Agradezcamos el silencio, nada de lágrimas, jipidos, discursos. Nada de agradecimientos. Simplemente silencio. Que maravilloso es el silencio y que grandioso es el desprecio. Detesto a Woody Allen, pero me parece genial que no diga ni pío y se vaya a tocar el clarinete, creo que bastante mal por cierto, cada vez que le van a dar un premio.
En España nadie dice que no a un Goya, ni a un RAC, ni a nada. Y es que hay poco y más vale pillar lo que se pueda. Aunque me parece raro que nadie aproveche ese fogonazo de fama para hacer el numerito. Solo Valentín Roma ha dicho que no pero, que yo sepa, justificó su negativa y, además no creo que sepa tocar el clarinete. Esa justificación le quita todo el valor a su rechazo, porque al explicarse le da la importancia a un galardón al que niega no aceptándolo. Silencio. Yo admiro solamente a los que desprecian el escenario, los besos con manchas de carmín. Los que ni frio ni calor. Silencio.

Creo, sinceramente, que los únicos premios que merecen la pena, por lo que tienen de espectáculo, de circo, con monos y leones, payasos y equilibristas, son los Oscar de Hollywood

Tampoco vale ese eructo de mal gusto de Santiago Sierra aceptando primero y rechazando después el Premio Nacional de Artes Plásticas de España, por razones políticas cuando ya había representado a la misma España en Venecia. Su estado, lamentable, le excusa, pero de elegancia cero. Además, eso de que te premien por toda una labor, una vida de trabajo…es como un sinónimo de despedida y cierre, es como el texto que se graba en tu lápida.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete