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Mientras todos hablan de otra cosa

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Teresa Margolles, Para quien no se las cree hijos de puta, 2010
Teresa Margolles, Para quien no se las cree hijos de puta, 2010 / Foto: Carlos Garaicoa

Las navidades, el partido de fútbol de tu equipo, los regalos de Reyes, Roma, el ascenso de la derecha en Europa, en USA, en Brasil… si AMLO cumple o no cumple… La revolución burguesa de los chalecos amarillos franceses (no se han dado cuenta de que la única revolución es la burguesa); mientras todos hablan de otra cosa, otra mujer ha sido asesinada en España. Como todavía no son tantas las mujeres asesinadas en España como las que mueren cada día en México o en India o en cualquier lugar de África, en España todavía es una noticia escalofriante. Una joven profesora recién llegada a un pueblo de 2.000 habitantes, sale a correr y ya no regresa. Su cuerpo escondido y semidesnudo aparece en una acequia donde nunca hubiera podido llegar por su cuenta. No hacen falta más datos. Seguramente retenida a la fuerza, violada y asesinada. Veintiséis años, una vida menos. Una mujer menos. No pasa nada, son muchas las mujeres que mueren cada día a manos de algún hombre, por sexo o simplemente porque se le ha ido la mano un poco.

Ahora, como esas golondrinas que vuelven cada año, vienen los pésames, los llantos, los minutos de silencio, otra familia quebrada sin ninguna explicación. Una vida menos. Todo pasará, otra víctima no tardando mucho vendrá a tapar y renovar el desastre que significa un asesinato de este tipo. Son tantos, tantos, tantos.

Todos sabemos que, aunque una niña parezca de 13 años, violarla no es lo adecuado, ni eximente para dejar libre al violador

Pero mientras tanto, después del minuto de asombro, de incomprensión (“¿Cómo puede haber gente capaz de hacer algo así?”) todos seguiremos hablando de las navidades, el partido de fútbol de tu equipo, los regalos de Reyes, Roma, el ascenso de la derecha en Europa, en USA, en Brasil… si AMLO cumple o no cumple…. La revolución burguesa de los chalecos amarillos franceses… Una mujer menos.

En los juzgados se sigue declarando inocente a los violadores porque una niña de 11 años parecía que tenía 13. Porque, aunque eran cinco hombres contra una mujer aún más joven, y la encerraron en un portal para violarla, grabarla, robarle y dejarla allí tirada, parece que ella no se resistió lo suficiente; “hay signos inequívocos de placer en sus gemidos”, llegó a decir un juez. Y cuando se les condena por matar a su mujer como mucho son 10 años de condena, que con buena conducta (ayudar en la cocina de la cárcel, por ejemplo) pueden ser rebajados y el asesino quedar libre para, con toda seguridad, volver a hacerlo otra vez.…

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